Desde su llegada a Barcelona, lo más significativo que ha conseguido Vargas es poner de acuerdo a los cinco entrenadores que ha tenido, ya que ha logrado que ninguno de ellos haya confiado en él.
Llegó con la responsabilidad de ser el fichaje más caro de la historia de la entidad hasta el momento, puesto que le arrebató a Sergi Darder que era quien ostentaba tal honor. Tras unos partidos de la previa de la Europa League bastante prometedores, ante rivales de poca entidad, dicho sea de paso, desapareció de las alineaciones.
Falta de adaptación al fútbol europeo o falta de ritmo, el caso es que no fue capaz de aprovechar los pocos minutos de los que disponía. Obviamente, la trayectoria del equipo no dejaba margen a la paciencia y así, viendo pasar entrenadores por delante de él, se lo devoró el ostrascismo.
Ya en Segunda, disponiendo de la oportunidad de convencer a un nuevo entrenador y jugando ante rivales de una división menor y más acostumbrado al ritmo de fútbol europeo, parecía que su oportunidad no se podía escapar. No fue así tampoco. No fue capaz de ganarse el puesto, ni en Primera ni en Segunda. Ya no parecía haber dudas. Una vez más, nos habíamos equivocado de jugador.
Quizá tuvimos miedo a que nos pudiera pasar como nos sucedió con James Rodríguez y otros jugadores que pudieron recalar en el Espanyol y no lo hicieron, y que luego fueron grandes oportunidades perdidas. Pensamos que ante el ‘Monito’ Vargas podíamos correr la misma suerte y eso nos había llevado a la precipitación. 10 millones más la ficha. Ni más ni menos.
No obstante, algo tiene este jugador que hace albergar las esperanzas de hasta los más escépticos. Es evidente que no es un tuercebotas y varios gestos técnicos que ha tenido hacen indudable que este jugador tiene calidad. Es capaz de hacer cosas que no puedes hacer si no eres un buen futbolista y tampoco es un manta. ¿Qué le falta entonces?, ¿Ritmo? ¿Minutos de competición, quizá? Es una gran y razonable duda para el cuerpo técnico.
Está integrado en el grupo y curiosa y extrañamente goza del cariño y la confianza de una parte de la afición pese haber sido una de las piedras angulares fallidas de la temporada del descenso y una gran ausencia en la temporada del ascenso. Quizá sea el temor de verlo triunfar en otro sitio y que podamos llegar a pensar que aquí lo desaprovechamos, lo que nos hace ser timoratos a desprendernos del todo de este jugador. Quizá sea la duda de pensar que ahora sí, estando en Primera, va a sacar a relucir su repertorio de buen fútbol que sabemos que atesora.
Sea como fuere, si tiene que salir, que sea mejor cedido o con opción de recompra. Todo ese fútbol y ese carisma no pueden ser en vano. O quizá, si se confía en él, quien sabe, podamos decir que esta vez sí, que a la tercera, va la vencida.