A nadie le gusta el sabor de las despedidas. Son amargas, tristes y producen nostalgia. Pero algunas, como la de ayer, son muy grandes. Le dices adiós con una sonrisa de oreja a oreja y con el deseo de no volvernos a encontrar. Hasta nunca, Segunda división, grité tras el ascenso. Un deseo que me imaginó que compartieron muchos pericos. Es cierto que la temporada del equipo ha sido impresionante. Nunca habíamos visto ganar tantos partidos a nuestro Espanyol. Muchos dicen que han disfrutado, pero yo no lo he hecho. No puedo disfrutar mientras mi equipo esté en una categoría que no le corresponde. A partir de hoy empezaré a hacerlo de nuevo.
El Espanyol, tras un año en el ‘infierno’ de LaLiga SmartBank, logró el ascenso por la vía rápida. Los blanquiazules han sido los mejores del campeonato, pero, sobre todo, los que mejor han sabido planificar la temporada. El trabajo de Vicente Moreno y su equipo es para elogiar, ya que el equipo ha llegado al tramo decisivo del curso en unas condiciones mucho mejores que sus contrincantes. Pero, como en gran parte de nuestra historia, el último día fue con algo de sufrimiento. ¡Qué haríamos los pericos sin él!
Con el triunfo en Zaragoza, David López volverá a sonreír. Como todos los pericos. El capitán, en una entrevista a ‘La Vanguardia’, reconoció que “el ascenso sería cerrar un ciclo y quitarme una espina clavada por la que decidí quedarme”. Y con el regreso a Primera todos los pericos nos hemos sacado un gran peso de encima. Tras una temporada pasada repleta de sufrimiento y amargor, el equipo ha conseguido volver a la Primera división por la puerta grande. En las cuatro ocasiones anteriores que había logrado el ascenso, nunca lo había hecho con tanta autoridad como ahora. Nadie puede discutir su superioridad.
He de reconocer que durante la semana, como algunos pericos, pensaba que no había motivos para celebrar el ascenso. Que mis sensaciones eran muy distintas a cuando hemos jugado una final. Entonces tenía la ilusión por lograr algo grande, mientras que ahora consideraba que lo que teníamos era la obligación de volver para ser grandes. Pero con el paso de las horas, y tras el pitido final, creo que hemos de celebrarlo. Y cuanto más a lo grande, mejor. La vida son cuatro días y los momentos malos ya nos llegan solos, por lo que hemos de aprovechar los momentos. En la redacción brindamos con cava sin perder la cabeza, ya que teníamos mucho trabajo por delante para que hoy pudierais disfrutar de un número histórico de La Grada. Y ahora, cuando el reloj se acerca a la 1 de la mañana y salimos de trabajar, echo en falta más que nunca durante estos meses que no haya nada abierto. Porque todos los pericos nos merecíamos una celebración a lo grande. Por fin HA VUELTO LA NORMALIDAD. Ahora toca seguir trabajando para que volvamos a pelear por objetivos ambiciosos. Felicidades, pericos.