El diccionario define el idealismo como “la tendencia a considerar el mundo y la vida de acuerdo con unos modelos de armonía y perfección ideal que no se corresponden con la realidad”. Y quizá ahí reside el punto de vista tan diferente que tiene el aficionado del fútbol de nuestro equipo al que pregona tras cada encuentro nuestro cuerpo técnico.
Diego leyó el futuro o algo así y dejó la puerta a merced del rival en una jugada estrambótica.
Solo un verso libre como Aleix era capaz de soportar la pitada y crecerse con buenos trazos en ataque.
Mal negocio tenía Sergi con Budimir, delantero que no está para selfies y se batían en duelo como los de Villarriba y Villabajo.
Anduvo bravo Calero, decidido desde hace semanas a jugar con todos los huevos en el cesto.
Esquivaban a Cabrera todos los osasunistas, sabiendo que el uruguayo, por arriba, es el papel de lija.
Un perdido Morlanes, se hizo acreedor al cántico de los 90: “donde está el balón, Paco Lobatón”.
Darder disfruta de la ventaja de jugar partidas con las cartas marcadas. Renovación ya.
Demasiadas veces pulsó Yangel el botón del ‘pause’ y el run run llevaba su nombre.
Una tarde de andar por casa para Puado, enquistado en una cifra baja de goles.
Algunas acciones de Vilhena fueron beluga ruso y su cambio habitual es ya parte del negocio.
Se encontró Wu Lei con una titularidad que dejó pasar de largo y Aridane, que duerme sin almohada, lo neutralizó.
La derrota momentánea dejaba el ambiente delicado a la espera de cambios; primero fue RDT, recurso obligado, la bolsa de M&M’s, Melendo y Melamed salieron al verde y fueron El Cid y Thor, más Embarba sin tiempo ni para fallar, teoría que certifica que pronto nos caerá el meteorito.
No es matemático, pero bastará escuchar qué pasa en el Pizjuán mañana para certificar la permanencia. Momento para respirar tranquilos y estación final del próximo viaje. Yo daría las gracias a los que lo han conseguido, pero les apearía del tren. Porque una cosa es morir con tus ideas y otra muy distinta tener ideas de muerte.