Al bueno de Javi Puado (1998) le sentó de maravilla la cesión en el Real Zaragoza. De segundo punta, alternando el apoyo con la ruptura y sumando trabajo sin balón, Javi había ofrecido mejores argumentos para competir en la élite. Necesitaba continuidad por encima de todo y en la capital aragonesa encontró lo que buscaba. Parecía, de entrada, un contexto complicado para el canterano: joven, poca experiencia y sin continuidad en un Espanyol nefasto en Primera. La realidad es que su llegada generó muchas dudas, incluso la nuestra, la de los que seguíamos su trayectoria en Barcelona, pero también es verdad que desde el primer día en La Romareda empezó a destacar contra (nuestro) pronóstico. 5 goles y 5 asistencias en 22 partidos en su debut en LaLiga SmartBank y una manera muy especial de interpretar el juego.
Aunque puede ocupar cualquier posición de ataque, incluso partiendo desde las bandas con libertad para centrar su posición y activarse entre líneas, su sentido táctico y la buena toma de decisiones mostrada en Zaragoza le convierten, como ya demostró en el filial del Espanyol, en una opción muy válida por detrás o al lado de otro delantero referencia con el que pueda aprovecharse mutuamente. Esta referencia, ya sea para romper constantemente e ir al espacio o para fijar a los centrales, permite que Puado pueda brillar y mostrar su mejor versión en la zona del ’10′. Pero la realidad es que el contexto actual del Espanyol dista un poco de aquél que vimos en Zaragoza y que podría favorecer su mejor versión. Ninguno de los dos casos responde al perfil de Raúl de Tomás, que es de todo menos un delantero referencia, al menos desde que llegó al Espanyol. Ya lo demostró con Calleri la temporada pasada y este curso está actuando similar, pese a jugar ‘solo’ arriba. Y esta circunstancia, la de Puado, que en muchos casos se podría leer como una mala noticia o un paso atrás, resulta que nos ha permitido descubrir cuál es el nuevo rol del canterano con Vicente Moreno. Y no todos los jugadores son capaces de asumirlo, adaptarse y llevarlo a cabo.
Puado es un facilitador del juego. Un futbolista que juega por y para el colectivo, que busca el bien colectivo antes que el lucimiento personal. Nunca ha sido un jugador de grandes números, ni como goleador ni como asistente, aunque debería ser más determinante y mostrar más mordiente cuando finaliza, su gran debe si quiere subir un escalón en su carrera y consolidarse en Primera con el Espanyol u otro equipo. Pero centrémonos en lo importante. En el presente, vaya, y en el porqué Puado está jugando tantos minutos esta temporada, pese a tener mucha competencia en su posición. Su aportación ha sido necesaria, como la de los compañeros, para alcanzar ritmo y fluidez en la circulación, algo que anhelaba desde los primeros partidos. El margen de mejora es alto, pero no es casualidad que con una propuesta más combinativa y con jugadores más técnicos a su alrededor, se haya podido relacionar mejor, favoreciendo una mayor armonía en el juego. El reto es mantenerlo.

Los movimientos de Puado suelen ser inteligentes y con una clara voluntad de ayudar al compañero más cercano. Esta movilidad es una de sus principales virtudes. Obliga a los rivales a estar pendientes de él, tiene habilidad para fijar marcas, arrastrarlas cuando hace recorridos fuera-dentro para habilitar la incorporación del lateral, deja más líneas de pase para Melendo, intercambia la posición con Embarba e incluso se asocian en un mismo espacio para atraer y provocar el cambio de orientación. También compensa los movimientos de RDT, un delantero que se mueve muchísimo y que condiciona la forma de atacar. Baja a recibir en zona de creación, se deja caer a los costados y ofrece apoyos entre líneas. Y mientras, ahí está Puado para equilibrar. Un trabajo oscuro que posibilita que la estructura ofensiva pueda sostenerse y no pierda amplitud, profundidad y presencia en el área, según sea necesario.

Ha seguido puliendo su fase defensiva, una característica que no debería pasarse por alto, igual o más importante que las otras, pues es un jugador que siempre se ha exigido mucho sin balón. Tiene ritmo, piernas y mentalidad para llegar bien a la presión, juega perfilado, domina el acoso, cierra líneas de pase para evitar la proyección del rival y ayuda a su lateral. Un aspecto muy importante, como su interpretación del juego, que no pasa desapercibido para Vicente Moreno, que de momento le considera titular por delante de otras opciones que, quizás, podrían ser más determinantes en ataque pero menos sacrificadas en defensa y con inferior comprensión del juego.