Con los primeros calores de la temporada, recibimos novedades interesantes desde las huestes pericas. Una parte del pueblo ha decidido movilizarse, bajo la denominación de origen de “Genética Perica”, con el liderazgo de Sergio Oliveró. Resulta curioso que en época de fichajes, de altas y de bajas, de rumores y de firmas, integrantes de la masa social opten por dar un pasito adelante y recuperar posiciones en unas trincheras que todavía huelen a pólvora tras los disparos de la JGA del pasado mes de noviembre. No han pasado aún ocho meses desde la elección de Joan Collet como presidente y la entidad vuelve a entrar en una dinámica guerra-civilista. Me parece prematuro y peligroso. Hace ocho meses se abrieron una serie de heridas que todavía supuran y cuya cicatrización se me antoja complicada a tan corto plazo. Aplaudo la diversidad del espanyolismo y que se marque estrechamente al actual Consejo de Administración. Considero positivo para la entidad que Joan Collet y su equipo sientan el aliento de una masa social que quiere lo mejor para su club y que sigue con interés todas y cada una de sus decisiones. Pero también creo que el actual consejo merece un margen de confianza y una paz social que le permita desarrollar su trabajo sin interferencias externas ni oposiciones sistemáticas, imitando el mal estilo de la denostada clase política. Si hay que criticar, se critica. Pero con moderación y criterio, con ánimo de sumar y no de dividir. Las divisiones y los enfrentamientos fraticidas nunca han generado positivismo dentro del interés general del espanyolismo. Señores, por favor, dejen trabajar y cuando el pueblo perico lo considere oportuno, jueguen sus cartas. Mientras tanto, apoyen desde lo positivo y desde lo constructivo, a cerrar filas. Como constructivas y sinceras me parecen las declaraciones de Sergio Oliveró cuando manifiesta, con total naturalidad, no reconocerse en aquella horrible tarde-noche de noviembre del 2012.
Por otra parte, resulta urgente que el RCD Espanyol vuelva a la junta directiva de la Real Federación Española de fútbol. Desde el año 2009 la entidad no ha tenido representación alguna en el máximo órgano federativo. Y eso no puede ser. No me extraña el mal trato que, muchas veces, ha marcado el devenir blanquiazul. Decisiones extrañas, sanciones excesivamente rigurosas, arbitrajes calamitosos y enorme indiferencia desde las alturas futbolísticas. Se ha perdido peso en la toma de decisiones y el Espanyol ha llegado a ser claramente vilipendiado e ignorado. Es el momento de dar el paso adelante y formar parte de la cúpula futbolística en la que merece y debe estar una de las entidades fundadoras de dicho organismo.