El último curso del Espanyol ha sido decepcionante. El equipo no ha transmitido nada sobre el césped; el club, tampoco. Y mucho menos el palco, ubicado en la luna de Valencia, a muchísimos kilómetros del corazón periquito. Este es el gran problema que aqueja al Espanyol de míster Chen en los últimos tiempos. Y llega junio, el mes de las renovaciones: el 29 de junio a pagar… y callar. ¿Qué haremos? ¿Renovaremos otro año? Son las preguntas del millón que surgen estos días en las familias periquitas. El malestar por el aumento de los precios ha hecho estallar al espanyolismo. Ha sido la gota que ha colmado el vaso. Pero este enfado es bueno. Dice mucho de unos socios que siguen vivos y que no han optado por el camino de la indiferencia. Yo suscribo lo que ya han manifestado la FCPE y la APMAE. Creo que Roger Guasch ha patinado. “El club necesita un cambio”, se defiende, y habla de un proyecto a tres años. Proyectos a tres años, planes quinquenales, cambios de criterios en pocos meses (un ejemplo, el adiós de Lardín).
De momento ya sabemos que Gerard Moreno ha sido vendido al Villarreal rompiendo con las primeras declaraciones de míster Chen. El empresario chino afirmó a su ilusionante llegada a Cornellà que no quería un club que tuviera que vender a sus futbolistas cada verano. Si les digo la verdad, no me importa la venta del ariete. En la década de los 30 vendimos a Zamora por 150.000 pesetas; en la de los 60, a Marcial por 12 millones de pesetas; y hace ya unos años estuvimos a punto de traspasar a Tamudo a Escocia. Como verán, pasan los años y las estrategias son las mismas. El club no cambia aunque esté en otras manos. Lo grave es que el dueño estaba convencido de que cambiaría esta dinámica en cuatro días. El problema es que la filosofía de Guasch suena a rancio. Es un ‘dejà vu’. ¡Cuántas veces las he escuchado en los últimos 40 años! Infinidad de veces. “Empezamos una nueva etapa”. Uff, qué duro. Lo de siempre.
El rebote de la masa blanquiazul por el aumento de precios es justificable. Y hasta conveniente. El socio ha dicho basta a un Consejo que está cada vez más alejado del corazón blanquiazul. Es el dilema de este club, que ya no tiene accionistas, pero sí socios que son los que hacen palpitar a la institución. Unos socios que no se sienten representados por la Junta actual, por el vicepresidente Rousaud, por ejemplo. Míster Chen tendría que abrir las puertas de su Consejo. Presidente, sepa que está perdiendo por goleada en el apartado social.
¿Qué haremos en casa? Renovaremos, sí. Las razones familiares pesan. Renovaré por mis hijos, por mis padres, por mi abuelo, que lució la camiseta blanquiazul allá por 1918… una familia que mantuvo los carnets tras los descensos. Estoy obligado a una renovación… a la baja. Será unestro voto de castigo.
Y una petición: míster Chen, yo querría un Espanyol con Néstor Oller en su Consejo. Me sentiré más representado. Y muy tranquilo. Tranquilísimo. Se lo tenía que decir.