Qué bien cuando tu equipo emana orgullo, pero qué mal cuando debes consolarte con él. Y otra vez, a la escocesa, ante el Sevilla. El Espanyol se llevó todo el orgullo del mundo del Sánchez Pizjuán, pero los puntos, amigas y amigos, se los quedaron Machín y los suyos. Rubi y el equipo se marcaron una hora larga de cine, para presumir: colíderes con todas las de la ley. Pero al plan estético y táctico del RCDE (“Rubi et orbi”, que se entere todo el mundo) le falta aún haber vivido tantos momentos culminantes como grandeza le sobra. Ayer, un paso más. Otra derrota en la que el equipo llegó a tenerlo todo en la mano que debe servir para agarrarlo mejor en el futuro.
Claro que los hay que aún no saben ni quieren saber de la grandeza perica. Al Mudo Vázquez no lo expulsaron a los siete minutos por su patada asesina sobre Darder (como la que supuso la expulsión “histórica” de De Jong ante España en la final del Mundial de Sudáfrica o la de Nani ante el Madrid en Champions). A Jaime Latre no le pareció que golpear a Dídac Vilà al más puro estilo Bruce Lee a una altura peligrosa tampoco fuera digno de amonestarse. Y, para colmo, el penalti a Sergio García. Ayer, claro, resulta que “es que el VAR sólo entra en situaciones muy claras e indiscutibles”. Pues oigan, recuerdo yo Zorrilla, o Mendizorroza o el criterio con los fueras de juego a Borja Iglesias y esto del criterio como que me baila. Pero nada: toca seguir… aunque el club debería quejarse en los despachos.
Pericada, tiene el Espanyol a un técnico que lo ha impregnado todo. El equipo deja poso y personalidad en cada partido. La apuesta por Melendo para asociarse con Roca, Darder, Granero y Sergio es un sueño húmedo hecho realidad. Y luego están esos arrestos de ir por el triunfo con empate a uno, aún a riesgo de no asegurar un punto. Algo vertiginoso y, a posteriori, seguro que criticable para muchos. Pero este es el camino trazado y así va a crecer este equipo. Sin más límite que el que oponga la calidad del contrario. Lo demás, este Espanyol lo va a poner.
En fin, que se relajen los entornos vecinos. Para el Barça, Setién. Se tienen que olvidar de Rubi, quiero decir. Cada uno con sus cositas, sus adn’s y sus obsesiones. Por ejemplo: relájense ante la visita del Girona. A despachar el partido como ante el Eibar, el Athletic o el Valencia y a dejarse de fobias artificiales y forzosas, cayendo como tontos en la trampa del establishment. Descanso, victoria y a recuperar en Getafe lo perdido en Hispalis. Que la imagen no te la quita ni el VAR y en el bar te la reconocen.