Semana de descanso = No hay partido = no hay sufrimiento. Pero se ha ido Cruyff. Se ha marchado el mito y nos queda su obra. Sin duda resulta más fácil aplicar su filosofía cuando tienes mucho dinero y dónde elegir que cuando tienes poco. Al Espanyol siempre nos trató con máximo respeto y con delicada elegancia, que deberíamos devolver con un respetuoso minuto de silencio absoluto en Cornellà. Somos un club señor.
Con todo, sus actuaciones en Sarrià tanto en su etapa de futbolista como la de entrenador fueron siempre correctas. Como futbolista y con el ‘9’ a la espalda, lo recuerdo perfectamente. Si me dijeran que acudí hace un mes a Sarrià a ver aquel partido respondería con un ‘Sí’ rotundo. Y no, no ha pasado un mes. Han pasado 42 años. Por entonces yo tenía 10. Noviembre de 1974 y Cruyff de corto en Sarrià. Partido de Liga en domingo, al que fui con mi padre, que empezó a las cinco menos cuarto de la tarde. Exactamente a esa hora. Ni al horario actual del Canal Plus Liga de las 4 de la tarde que llegas al campo comiendo el postre, ni a las 6 de la tarde que sales a las 8 y decides si cenas en función de si gana tu equipo. Aquella bombonera de Sarrià del 74 con grises en los córners y un terreno de juego que era mitad césped y mitad tierra batida del Tenis Barcelona donde se intentaba jugar a fútbol. Y aquel día se goleó 5-2. En la primera parte, tres en la portería de Mitre y en la segunda, dos en la de la Chatarra. En años posteriores a aquel partido algunos seguidores pericos mostraban la manita cuando venía el Barça. Esta costumbre la hemos perdido, con la misma naturalidad que hemos cambiado el blanco y negro por el color.
En la siguiente temporada, la 75-76, otro domingo, pero en este caso a una hora más redonda: las cinco de la tarde, y con audición de sardanas en Sarrià durante el descanso. Nuevo victoria perica por un contundente 3-0 y Cruyff que, como el año anterior, desaparecía en el derby. La primera victoria de ‘el flaco’ futbolista en Sarrià llegó en su cuarta temporada en la Liga española: un 2-3 saldado a 8 minutos del final con un chutazo de Neeskens; mientras que en su último año como ‘9’ arrancó un empate a uno en Sarrià.
Su hijo Jordi jugó con nosotros y nos regaló algunos goles y grandes jugadas. Para ser justos tuvo a dos técnicos que no abogaban por ser los defensores de fútbol de toque y ataque: Clemente y Luis Fernández, así que Jordi hizo lo que pudo. Intentó forjar el apellido Cruyff en ese vestuario e incluso le marcó un gol al Barça en Montjuïc, claro que el portero era un turco llamado Rustu. Se ha ido el mito. Aquí no hay colores. Desde ahora aplaudirán en el minuto 14. Sólo respeto y admiración. Descanse en paz.
Que tiempos aquellos,en los que esperabas el derby con ganas y campo a tope y si señor, respeto, y aparte no olvidemos como tu muy bien dices su hijo Jordi jugo con nosotros, demostremos una vez mas que somos un club que estamos a la al tura de las circunstancias .