La noticia de la semana nos llevaba al pasado, a 1914, cuando Ernest Schackleton, un aventurero irlandés se propuso cruzar el Antártico a bordo de un navío de madera. Bautizado como ‘Endurance’, quedo atrapado para siempre entre los hielos del círculo polar. 108 años después, la tecnología halló el barco sumergido a tres mil metros de profundidad. En la proa, aún está visible el nombre, cuya traducción es la definición que mejor nos encaja: Resistencia.
Diego López, el que aglutina más efemérides, se quebró tras una magnífica estirada, clavando la manopla con tentáculos a una jugada que el VAR habría dado como válida.
Labor de grumete la de Óscar Gil, lateral a largo plazo. Su cambio, tras el empate, un intento de corregir desde la banda la falta de ambición tras el 0-1.
Calero aplicaba nudos marineros a cualquiera que pisara la zona de ataque. Por estribor no hubo problemas y a babor contaba con el ‘Lele’.
Capitán sin brazalete, Cabrera ordenaba y levaba anclas, buscando que el abordaje levantinista no llegase al área propia.
El casco de la embarcación sufrió más de la cuenta por la aleta izquierda porque a Pedrosa le llegaron demasiadas veces a la línea de fondo.
Preocupado de guardar la popa, Keidi devoraba millas, aceptando la vulnerabilidad que ofrecemos fuera de Cornellá.
Desde el timón salió el pase del gol. Sergi Darder trataba de hacer sonar la orquesta de una embarcación que no sabe qué hacer en dársenas rivales.
En el astillero de la medular, Yangel hacía bricolaje, hasta que Campaña le robó la herramienta del balón y entonces activó el radar en la recuperación del cuero.
Camino de buque insignia, Puado desplegó el manual de instrucciones del futbolista con oficio y despachó un gol y una tarjeta que comporta sanción.
Jornada de polizón de Vilhena, de cuerpo extraño en entorno desconocido. Un remate de parche en el ojo, acabó en el palo tras carambola de pinball.
RDT no sacó el periscopio y menguaba con el paso de los minutos. Jugaba un partido en una latitud diferente al desarrollo del mismo.
Condicionados por los elementos, llegaron la permutas: Aleix que mucho hizo tras la chapa de Pendin, Joan García ansioso de darse revalida, Embarba que aprovechó los minutos de regata y Wu Lei y Melamed que no alteraron la línea de flotación.
Un punto haciendo lo mínimo. Cuesta entender que desde la quilla y con esta tripulación, nadie sea capaz de subirse a la torre del vigía y gritar que tierra queremos conquistar. Y cuesta más asimilar que nadie se rebele y nos encontremos anclados en la clasificación como una baliza. Mejor no hacerse sangre y llegar a puerto. A ver si tenemos suerte y es cierto eso que también fue noticia esta semana: hay futuro. Y parece que será bajo una capa de barras y estrellas.