El RCDE vive estos días una transmutación de calado, para mayor alegría de los aficionados. Los más escépticos temíamos que se quedase todo en un mero chapa y pintura, pero el brazo chino firme de la ley nos ha convencido de lo contrario. Como mandan los cánones, renovarse o morir, y el Espanyol ya ha empezado a mudar la piel.
Uno de los platos fuertes de la revolución Chen ponía el foco sobre el banquillo perico, la eterna patata caliente de todo esto, pero el suspense ha durado poco. El elegido ha sido el gallego Diego Martínez, favorito en las apuestas y bien visto por el grueso de la masa social perica. Lo que está claro es que aquí no viene nadie a disgusto. Los entrenadores no suelen arrugar el ceño cuando se les propone ocupar el banquillo blanquiazul, porque a fin de cuentas, a nadie se le rompe una tripa cuando se trata de pasar una temporada en Barcelona, ciudad que abandera una marca icónica y deseable, por más que la Colau tenga otros planes.
A sus 41 años, Diego Martínez forma parte de una hornada de jóvenes entrenadores con un presente prometedor. Por alusiones inmediatas tenemos a Sergio González, que a sus 45 abriles ya viene demostrando maneras en el Cádiz. Tuchel (48) hace rato que viene consagrándose en la élite, y quizá el referente más precoz hoy día lo personifique Julian Nagelsmann, todo un veterano en los banquillos del Bayern Múnich a sus 34 años, después de ostentar el récord como entrenador más joven de la Bundesliga al dirigir al Hoffenheim en el 2016 con tan solo 28 años. Puntos de referencia, visto lo visto, ya tiene. Por el momento, deberíamos olvidarnos de su paso por el Osasuna, y centrarnos quizás en su singladura por Granada, donde los subió a Primera, los clasificó para la Europa League y los llevó hasta cuartos de final, ni más ni menos, donde cayeron ante todo un Manchester United. Después de la gesta, el vigués se tomó un año sabático, y a partir de septiembre veremos cómo le ha sentado.
La Ciudad Condal parece haber atrapado al nuevo míster, quién sabe si gracias a alguna paellita que otra en la misma Barceloneta disfrutando del bronceado ajeno, porque durante la presentación hubo perlas que merecen como mínimo el entusiasmo del aficionado. Para empezar, aplaudir el “compromiso personal” con el que ha enfatizado su predisposición para con el club –y lo que haga falta–, demostrando que con solo dos palabras es capaz de sacarle a la audiencia la sonrisa boba, y como colofón, escuchar que “el equipo será la estrella, todos al servicio de él”, cual Blas de Lezo arengando a las tropas cuando tocó defender Cartagena de Indias.
Seguirá siendo todo una incógnita, pero por lo menos ya promete. Al perico se le gana con la ilusión, y como decía aquel, miénteme, pero que suene bonito.