Aguarda la Historia al Espanyol. La próxima derrota en la Liga lo convertirá en el primer club con mil derrotas en el campeonato, sobrado frente al segundo, un Athletic Club que se lo mira a distancia, con 867. Habrá quien vea en ese peculiar milenario perico un deshonor rampante y de sabor amargo… pero qué quieren que les diga: tan caricaturesco récord –ojo, sólo en aparencia– no está al alcance de cualquiera. Sólo puede pertenecer al funambulista mágico, ese capaz de repartirlas con sumo equilibrio sin despeñarse de la élite no más de cuatro veces. Eso es tener cintura y no lo de la madre de Milan. Ole tú, RCDE.
Exigimos aquí una lectura justa de los hechos, claro que sí, pero sin querer precipitarlos. La derrota mil debe celebrarse sólo cuando corresponda: es decir, de aquí a unas siete jornadas, sin mayor prisa que la de la gravedad con el peso de la estadística. Y para lograrlo, ahí tienen el ejercicio de fe y compromiso de ese millar de pericos que hoy va invadir de blanquiazul y griterío la siempre exigente Romareda. Una batalla del Ebro que ríanse ustedes de las Termópilas. Los Mil contra Las Mil. O lo que es lo mismo: el Espanyol de hoy contra la Historia; la Revolución frente el Dejarse Llevar tan endémico de la casa.
Este estallido de reenganche a las filas pericas demuestra lo vivo del club, justo cuando enemigos y agoreros profetizaban –no escarmientan– la caída a los abismos. Cuatro carcajadas del chamán Aguirre y los huesos del muerto empezaron a bailar, hasta el punto de no cansarse de resucitar y amenazar muy seriamente con convertir el final de Liga en un tedio sin emociones existencialistas. Ay, Señor: suerte que algún alma generosa colocó al Madrid y el Barça justo al final del calendario para animar el cotarro. Tanto llorar y ya ven: al final, aún daremos gracias.
Quizá me he pasado. Pero, coñas al margen, el desplazamiento a tutiplén para tomar Zaragoza explica ese poder único del Espanyol para flirtear con el desastre y luego retarlo a un duelo a muerte. Som un bosc que avança, que se cantaba en Sarrià, pero haciendo loopings, back-flips y todo tipo de acrobacias malabares. El Club Fakir. Una actitud extrema que Red Bull patrocinaría si con un buen powerpoint se explicara. ¿Y tú me lo preguntas? Baumgartner eres tú, loco estratosférico. ¡Plantón a Las Mil!