El Espanyol B ya lidera la clasificación. Si tenemos en cuenta que la pasada campaña quedó segundo y cayó en los ‘play-off’ de ascenso y que desde la entidad se dice abiertamente que el objetivo es pelear por los primeros puestos e incluso ascender, normal. Pero si rascamos un poco (y no hace falta hacerlo demasiado), veremos que no tanto.
Porque este Espanyol B está mal diseñado (no te enfades, Luis Vicente; sabes que es así). Sin lateral derecho y justo de centrales naturales, Luis Blanco tiene que estrujar a los chavales para que den lo mejor de sí mismos. Y lo está consiguiendo, porque esa primera plaza es muy meritoria.
Todo apuntaba a que Blanco jugaría con un 5-3-2, como así ha sido. Para este sistema se requiere de carrileros profundos, posición que para el diestro el técnico ha tenido que inventar, porque no lo tiene: primero con Antoniu Roca, actualmente lesionado, y luego con Abde. ¡Un delantero com Abde! Pues ahí lo tienen, dando el callo e incluso marcando, como en el último partido. La dirección técnica del fútbol base esperaba que Omar El Hilali estuviera este curso con el filial, pero ni el jugador quería, ni la confección del primer equipo (otra que tal) lo permite.
En la derecha no es en la única plaza que Luis Blanco ha tenido que inventar: el tercer central es siempre un lateral izquierdo, Lancho o Joan Puig. Antes, eso sí que es verdad, por elección; ahora, por obligación, ya que tras la grave lesión de Alejandro Pérez solo quedan dos centrales naturales en plantilla Gorjon y Recasens. Se contaba con Simo, pero ya saben lo que ha pasado con el central juvenil. Otra que no vieron venir.
Y sí, vamos a romper una lanza en favor de Luis Vicente Mateo: estas dos posiciones cojas vienen dadas por la mala planificación del primer equipo. De acuerdo, pero has de protegerte las espaldas. Y no puedes depender solo de un jugador, caso del lateral diestro, carrilero en este caso.
Pero lo que quiero hacer es poner en valor el trabajo de Luis Blanco. Un entrenador que el pasado curso, ante la posibilidad de ascender con el filial y tras sufrir una grave lesión, se hizo cargo del primer equipo unas dos últimas jornadas en las que el Espanyol no se jugaba nada y suma dos empates. Un entrenador que saca el máximo rendimiento de lo que tiene. Un entrenador que ha recuperado para la causa a jugadores como Mangada, Dacosta o Becerra, que parecía que no seguirían en el club, y que están ofreciendo su mejor versión. Un entrenador al que le privaron de contar con futbolistas como Marc Grau para traer cedido a Bakary Cissé. Un entrenador que, pese a las adversidades, apenas levanta la voz (sorpresa que lo hiciera, tímidamente, en el ‘La Grada Sports‘). Un entrenador al que no le tiembla la mano a la hora de tirar de los más jóvenes (toma nota, Diego) y al que las lesiones están castigando.
Luis Blanco es el verdadero líder de este equipo. Un entrenador valiente, estratega, al que le apasiona el fútbol y que se lo ha currado, y se lo sigue currando mucho. Él y todo su cuerpo técnico, que desprende alegría y buen rollo por todos los poros, son los grandes culpables de este liderato. Porque el equipo, no nos engañemos, es justito más allá de la sala de máquinas. ¡Qué mérito, Luis!