Desde el inicio la idea era muy clara para intentar ganar el partido y ya vimos con qué intensidad salieron los de Abelardo. La buena presión y monopolizar el balón para buscar a los atacantes era esencial para no dejar salir al Villarreal de su propio campo. Los amarillos basan su fuerza en el juego de toque, pero se vieron sorprendidos por el ímpetu del Espanyol, que en una jugada a balón parado se adelantaba en el marcador. Después se pasó a unos minutos de dominio local, aunque el buen trabajo defensivo de todo el equipo, no permitía a los de Calleja llegar a tener ocasiones claras. Así finalizó la primera parte, esperando que la segunda fuera más o menos parecida para los pericos. Esta no pudo empezar mejor, ya que el nuevo fichaje, Raúl de Tomás, de cabeza a centro de Calleri marcaba el segundo dando cierto margen hasta el final.
Pero en el fútbol hay circunstancias que no se pueden controlar y la tranquilidad es relativa. Cuando todo parecía estar hecho, la expulsión de Javi López y el penalti marcado por Cazorla abrían un gran interrogante. Todo podía suceder hasta el final, jugando con diez y con toda la artillería atacante delante. Pero la verdad es que el comportamiento del equipo fue excelente y los cambios introducidos por Abelardo, pasando a una defensa de tres centrales, dieron sus frutos a pesar de las dos o tres claras ocasiones que hubiesen podido llevar al traste el gran partido y los tres puntos tan necesarios después de los resultados obtenidos por los equipos de la zona baja.
Ahora sí que parece que se está en la línea correcta aun sabiendo que queda un largo camino por recorrer. La satisfacción de todos los pericos, y concretamente, de los tres mil que estuvieron en el campo lo pudieron comprobar.