Año nuevo, vicios viejos. Los turrones siguen siendo letales para los pericos que suman un año más sin ganar el primer partido después de fiestas y van siete seguidos.
Ayer el Eibar demostró porqué el fútbol es un gran deporte. Nos pasamos la vida quejándonos del reparto televisivo, de los desequilibrios económicos y viene el más pobre de la categoría, con apenas cuatro millones de presupuesto y te saca los colores en casa frente a tu afición.
El Espanyol volvió a mostrar su cara más fea en casa. Una primera parte no para olvidar, para grabar y pasársela a tu peor enemigo atado a una silla. ¡Vaya tostón! No sé ustedes, pero yo he estado en un tris de cortarme las venas en varias ocasiones, suerte que quiero llegar a Reyes para ver si recibo algún regalo de un ser querido, porque si los espero del Espanyol…
El equipo se mostró falto de ideas; se empeñaban en cocinar el encuentro a fuego lento, no salían con claridad desde atrás y les costaba Dios y ayuda llevar arriba el balón. Sin recursos de ataque, sin profundidad, lentos y fallones, muy fallones.
Parece una constante en los últimos tiempos que los equipos pericos se desenvuelven mejor en el desfiladero y ante los retos a vida o muerte. Cuando se instalan en la zona cómoda parece como si el juego no fuera con nosotros. Cuando teníamos al alcance de la mano meternos en la pomada de los ocho primeros fallamos de forma vergonzante. ¿Será el famoso mal de altura? ¿Miedo a volar? Porque lo otro, lo de “no hemos competido” todavía duele más. Si un jugador de fútbol no compite entonces ¿qué hace sobre el terreno de juego? Es como si un panadero dijera, “hoy no hemos hecho pan”.
De acuerdo en que el rival ha demostrado que sabe muy bien a lo que juega. Incluso Gaizka Garitano ha sido fiel a su vitola de gran entrenador, no en vano era el otro deseado para el banquillo perico, pero un equipo de Primera como el Espanyol plagado de jugadores que uno por uno son mejores que los del Eibar, la mayoría de Segunda, debe demostrar algo más sobre el terreno de juego. Pero salir al campo dormidos tiene siempre, como premio, que te den una colleja. Tras el 0-1, justo antes de sacar el córner que ha supuesto el 0-2, Kiko reclamaba concentración y actitud a sus compañeros que parecían pasearse sobre el campo.
En cuanto al equipo en su conjunto, ha dado la sensación de que Sergio pedía a gritos refuerzos mostrando su falta de banquillo. Tanta, que pone arriba un defensa porque no tiene recambio a la baja de un delantero. Mejor dicho, tiene pero como si no. Y en el centro del campo, más de lo mismo. Al final tiene que ser Sergio García el que retrase su posición para crear algo de fútbol. El Mago debe pensar más de una vez: “¿Es que no hay nadie más o qué?” porque tiene que hacerlo absolutamente todo él.
Viendo lo visto, uno no puede más que mirar el mes de enero como una pared lisa con apenas salientes a los que agarrarse. Aunque, como decía antes, este equipo parece que solo saca lo mejor de sí ante los retos imposibles y los partidos trascendentales.
Ayer dimos un paso atrás, espero que sea para coger carrerilla y dar un buen salto…