Esta semana se celebró la final de Masterchef, concurso televisivo de origen inglés, que aquí hemos explotado en diferentes versiones. Si no sabe como terminó el último programa, ya les aviso que este artículo contiene spoiler. El resultado final fue otorgar un doble vencedor en la finalísima, Juanma Castaño y Miki Nadal, participantes que no eran favoritos en el inicio. Quizá lo que debió haber pasado en el restaurante Vallecas, a modo de empate, entre dos equipos que presentaron propuestas parecidas.
La indigestión le correspondió a Diego López, Gran Reserva del 81, que vio como le marcaban en propia puerta.
Dejó Aleix Vidal un gusto amargo en sus platos. El catalán no utilizó bien los aliños en tareas defensivas y su falta de contundencia abrió la vía del gol.
Al potaje del 1-0 se sumó Sergi Gómez, tras varias actuaciones de mojar pan. En el centro de la defensa a veces lo mejor es dedicarse a los sartenazos.
Le tocará pagar la cuenta y los platos rotos al Lele Cabrera, ofuscado con algunos comensales rayistas que le ganaron la partida.
El mejor menú lo presento Adrià Pedrosa, capaz de dejar a Isi sin probar bocado y llegando fresco hasta el último segundo, cuando parecía que podría llegar el postre del empate.
Keidi Bare, el condimento necesario, se dejó todo en el aperitivo de los primeros 30 minutos y no se desenvolvió cómodo entre fogones vallecanos.
Actuó como digestivo Yangel Herrera, pelotero con aroma de orujo, sabedor de cómo había que actuar en la sobremesa.
Lo intentó Sergi Darder, pero no era el día para jugadores gourmet. Valentín y Trejo que merodeaban el medio campo, querían hasta las sobras.
La temporada de Adri Embarba es la del que espera que se lo sirvan todo a mesa y mantel puesto. Y por ahí, se gana nuestro reproche y hasta el de su antigua afición.
Falló Javi Puado una de esas que le habrían encumbrado a plato principal, en una nueva demostración de recuperación de la temporada pasada. El fallo, deja su juego, como un mero entrante.
La alta cocina que representa RDT, se pierde en innecesarias florituras que repite como el ajo y desperdicia ataques prometedores, que se quedan pegados a la olla y ya no se pueden degustar.
Cuando ya íbamos perdiendo, entró Loren que solo pudo oler el gol y se fue sin probarlo; Calero por Sergi Gómez que dio más consistencia a la débil masa defensiva, Manu Morlanes que dio un giro a la cazuela y casi remonta la elaboración y Nico Melamed, siempre picante.
Perdimos el concurso. Y lo peor, es que ya no extraña. Andoni Iraola fue mejor sumiller que Vicente Moreno y el maridaje de sus jugadores, sobre todo en bandas, superó a los nuestros. Derrota que debería preocupar. Siguiente envite: Levante. Unos tipos que vendrán con hambre, capitaneados por un comandante. Es momento de modificar algunos ingredientes. Yo se los señalo: están por la derecha del cazo.