Manotazo al ciclo de Vicente Moreno, sea la semana que viene o en junio. Su Espanyol traspasó los límites de la vergüenza justo en el momento más inoportuno: cuando la tranquilidad estaba en juego, cuando había que ratificar los puntos de sutura logrados ante Barça y Sevilla y cuando, oye, tienes a más de 2.000 pericos desplazados, con todo el orgullo y la ilusión. Castigarlos con uno de las actuaciones más patéticas de los últimos tiempos se lo carga todo. De hecho, el partido frente al Geta se va a presentar como una final para evitar la lucha por el descenso y, también, como un ultimátum a VM. Porque, sin victoria frente a los de Quique, ya me dirán cómo se levantaría el ánimo para mejorar la imagen fuera y ganar en Levante. Qué desastre.
Todo cayó a plomo en La Cerámica, territorio rico en 4-0 humillantes para el Espanyol. Nada rescatable: nada. Cabrera y los demás, desde la reedición del gol que parece encajar este equipo en bucle (centro al segundo palo, máxima complicación: bug en el videojuego perico), elevaron tanto a Yeremi Pino como crack de la jornada como al sonrojo entre la pericada. Un festival de la pérdida, empezando por la del orgullo, y una exhibición de dejadez. Inadmisible. Incomprensible. Intolerable.
El momento es delicadísimo, mucho más de lo que parece. Todo pende ya de los próximos 90 minutos contra Quique Sánchez Flores: justo ante quien el Espanyol empezó a juguetear con sus martirios y a torturarse con la peor de sus caras. Un duelo a disputar con la máxima presión, con una trabajada depresión y con el terror que impondría la calculadora en caso de derrota. Este es el panorama al que no ha logrado escapar el equipo. Subió al Tourmalet con buenas sensaciones para despeñarse en la bajada del último puerto. Ahora, se viene el Hilamalaya. Porque luego toca el Ciutat de València (otro territorio nada propicio) y otro encuentro con Luis García y su Mallorca. Se iba a llegar con buena inercia y ahora todo será chirriar de huesos.
Ay, RCDE: te toca repensarte otra vez. La consolidación solo llega a los sinsabores y a estas tardes donde los críos pericos sufren más que en los colegios. No es justo vérselas así, pero estos perpetuos altibajos no podían evitarlo. El sábado no hay excusas. No valen personalismos. No valen historias. El debate sobre Vicente y Rufete ha vuelto para quedarse, pero, sobre todo, quien debe permanecer es el Espanyol.