Hagan lo que quieran. Fichen, despidan, traspasen… Me da igual. Han perdido mi confianza y deberán ganársela de nuevo. Menos mal que mi sentimiento perico es profundo e infranqueable y no me lo quita nadie. Es por ello que mi militancia perica es indudable. De entrada, como piedra filosofal del nuevo proyecto, van a fichar a un entrenador que no me ilusiona. De los posibles fichajes de jugadores, tampoco. Posiblemente mi tristeza afecte a mis sentimientos que debo renovar, pero no consigo ver el horizonte. Miraré a corto plazo, que en casos de semi depresión es la mejor táctica. La ilusión pasa por ver el sorteo y empezar a planificar desplazamientos. Unos desplazamientos que más que nunca reforzarán nuestros sentimientos blanquiazules al coincidir con muchos de ustedes. Una temporada que debe permitirnos reforzar nuestro amor hacia el club. ¿Cómo? Yo miraré a la derecha y a la izquierda y me enamoraré de ustedes. De los que tendré cerca. De los que realmente sienten lo mismo que yo. Me abrazaré, si el virus nos lo permite, con quién tenga cerca en cada gol y lloraré en su hombro cuando perdamos.
Porque el Espanyol es usted y yo y tantos como nosotros que estamos en la grada. De los demás ya no me fío. Me convertiré en un pirata surcando estadios donde encontrar pericos de raíz para formar un ejercito que nos lleve a la felicidad, porque de momento no podemos marcar goles. La jugada será asistirle con una anécdota o un recuerdo de nuestras propias vivencias para que usted remate con una sonrisa, lágrima o abrazo. Prepárense para jugar nuestros partidos, de momento son los únicos que me ilusionan a día de hoy.
