Mi amigo Paco es perico. Trabaja seis meses seguidos al año. Es miembro de la tripulación de un crucero tropical que navega por Panamá. Se fue a finales de septiembre tras la cuarta jornada de Liga, después que empatáramos en Almería y perdiéramos en casa ante el Sevilla, caer en Valencia y empatar en casa ante el Málaga. Dos puntos de doce. Se fue jodido. Pero Paco desconectó. No llamadas, no whatsapp.., tan solo tenía media hora diaria para conectarse a Internet… y tal como estaba el equipo, tampoco le apetecía mucho preguntar. Llegó este martes, con los bolsillos llenos, en la vigilia del partido ante el Athletic. Lo fui a buscar al aeropuerto y lo llevé a casa. Le dije que en la jornada 25 ocupábamos el noveno puesto y teníamos 32 puntos. No se creía nada.
– “Sergio, me tomas el pelo. Dime la verdad: ¿a que ya estamos casi en Segunda, no? Pero si cuando yo me fui..”
– “Paco. Hazme caso. Mañana jugamos la semifinal de Copa ante el Athletic. Allí empatamos a uno pero teníamos que haber ganado 1-3. Hemos eliminado a Valencia, Sevilla… Tenemos un equipazo, Paco. ¡Un equipazo! ¡Hombres y no nombres!”.
– “Jajaja… Qué cachondo eres, Sergi”.
– “Venga, mañana vamos al campo y lo verás”.
Fuimos el miércoles al campo. Durante el partido me daba codazos. Me guiñaba el ojo y me decía: “Sergi, pero qué ironía tienes. No son las semis. Es la primera ronda. Nos han pegado un baño tremendo. Estamos igual que cuando yo me fui… Y cuando tenga tiempo miraré lo de la clasificación. Venga, vámonos de tapeo…”. En fin. No sigo, ¿no? Porque por lo que estoy viendo se cumple todo lo contrario de lo que predigo en esta columna. Escribí en La Grada del miércoles: “Nos pude salir un partido churro. ¿Otro seguido? Puede, pero es difícil”. ¿Joder, fue un churraco! Tranquilidad que dejo aquí la tragedia del miércoles. No nos regodearemos en una desgracia porque no me gusta poner una piula en un cagarro para que después nos explote a todos. Esto lo hacía cuando era joven; perdón: cuando era algo más joven, allá por los 70, cuando hacía las gamberradas con mis amigos en lo que antes era un barrio cariñoso y precioso: el Turó de la Peira.
Sobre el tema de Osasuna y el empate de la temporada pasada, dos cosas: la primera es que no me gustan las berenjenas y por tanto no voy a meterme en berenjenales. De hecho, y esto es la segunda, mi abogado me comenta que no escriba ni hable de estos temas sin su presencia. Aun más: ni aun con su presencia. Ni la de mi amigo Paco.