Insostenible. A Sergio no se le deben pedir ni puntos ni una determinada posición, sino un Espanyol en crecimiento y que vaya hacia alguna parte. Hemos defendido aquí a Sergio mientras se ha podido, y más en este año, con columna vertebral nueva, por no decir novata, y una plantilla con trece elementos por conjuntar. Pero hasta aquí. Cuando cada partido tiene una fase de ridículo —cuando no toda su extensión— y el agarrotamiento desde el banquillo se muestra diáfano, hay que actuar. A pocos nos fastidia como a los que confiamos en que habría un click, una metamorfosis o, al menos, una evolución. Pero lo que no se haga hoy, lo ejectuará Mr. Chen en un mes. Para qué perder tiempo.
Decíamos aquí que a Sergio le perdían sus lecturas cerebrales de los partidos, excesivamente académicas y poco pendiente de las emociones de sus jugadores. O más importante aún: de imponer su instinto, de tener anticipación ante el devenir de los encuentros. Pues bien, ayer la regresión imparable llegó a los 48 minutos, con la expulsión de Pablo Hernández y ese dejar al equipo a la deriva, sin la entrada de manual de Marco Asensio durante 25 minutos de sonrojo y baile celtiña, donde pudieron caer hasta cuatro goles: un palo de Bondonga, un travesaño de Aspas, un exceso individual de Nolito, más de Aspas… Se descompuso el equipo yo diría que sin entender nada, estando Víctor Sánchez en el alambre, con una amarilla, y esperando todos el golpe de timón. Pero el cambio táctico llegó tardísimo, sobre todo para la paciencia de cualquier perico. Puro sonrojo incomprensible.
Sergio no puede hablar de un exceso de pesimismo tras partidos de bochorno como los del Granada o el Levante. Sergio no puede repetir machaconamente que su equipo regala media hora tras otra sin darse por aludido. Sergio no puede reprochar, ni siquiera, la actitud de sus jugadores ayer, cuando fue más agresiva y racial que nunca. Sergio no puede seguir de tópicos a la defensiva cuando el pueblo le exige ir de cara y no capear el temporal, sino lanzarse de cabeza a por él y con personalidad. Sí que puede refugiarse en que ha ido por esos campos de Dios sin centrales de una pieza o por hacer, tiernos como son y lo aventurados que se vuelven a la mínima que hacen dos cortes correctos. Pero la balanza se inclina tanto que está aprisionando al RCDE.
Insisto: fastidia, cabrea y desmotiva, pero hay que hacerlo ante la pérdida de credibilidad del Espanyol entero. Reset. Eject. Lo que sea. Pero lo dije antes del Málaga: los chinos no tendrán paciencia ni serán contemplativos. Mejor jugársela con Planagumà que seguir así y llevar a Perarnau y a toda la estructura de casa hasta el abismo.