que excepcionalmente se cruzan entre sí, produciendo una aberración matemática de la que ni el mismo Pitágoras encontraría la solución.
En el muy real mundo de las tertulias televisivas, sean literarias, deportivas o políticas, se está produciendo un extraño fenómeno. Parecen temas distintos, sin relación… Pues bien, se están igualando por abajo, La tertulia deportiva (salvo honrosísimas excepciones) ha degenerado en combate barriobajero, clandestino, con apuestas ilegales y con mercenarios claramente pagados por equipos a los que dicen amar sin restricción. Los tertulianos ya no disfrutan de estar en el programa. Sólo sonrién cuando han cumplido con su deber: destrozar al contrario, minimizar los éxitos del rival, manipular el buen o mal juego de los equipos en función de si son el propio o los rivales.
Estos días, a raíz del penalty lanzado por Messi y rematado por Suárez se ha podido ver la más zafia televisión de la historia. Ha sido, está siendo, una guerra sucia y lamentable que haría sonrojar a cualquier pueblo que se enorgulleciera de su Historia Cultural. ¿Son los tertulianos deportivos el fiel reflejo de la sociedad civil y política española? A mi me parece que sí. No hay más que acercarse a las tertulias políticas, donde grupos diversos de almogávares, de mercenarios, se sientan frente a las cámaras con el sólo objetivo de desprestigiar al rival .
¿Han escuchado alguna vez un político blanco haciendo un elogio de una propuesta azul? ¿O a uno azul añadiéndose a la buena idea aportada por un político verde? “¡Tú eres más corrupto que yo!” “¡Vale, yo soy ladrón, pero tú, más !” Y así, ad infinitum. ¿Cuándo se debate una idea? ¿Las tienen? ¿Cuándo se hacen preguntas socráticas para tratar de descubrir la verdad y sólo la verdad? ¡No! Hay que tirar por el camino de enmedio y tener razón aunque sea a grito pelado. La única diferencia entre estos dos mundos paralelos es que en el fútbol se llega al insulto después de la impotencia al no poder convencer al otro. Claro que, por otra parte, no es al otro al que quieren convencer sino a LA AUDIENCIA, aunque sea con una mentira enorme, con una falacia rebuscadísima. En el mundo de las tertulias políticas la tendencia es la contraria: tratan de convencer con un verbo florido, con expresiones rococó, con ademanes churriguerescos que ocultan el poco interés que tiene para ellos el debate. Todavía se conserva una cierta elegancia formal, porque de contenidos, a veces, se hallan más huecos que la vitrina de triunfos de nuestro querido club, a quien Dios guarde muchos años. Hablando de Dios, espero que nos pille confesados, porque mi sensación es la de que ni la extremaunción nos llegará a tiempo.
Endavant les atxes, Espanyol!
La tertulia deportiva ha degenerado en combate barriobajero de mercenarios pagados por los equipos que defienden
guerra sucia