De rey del orden, a motor del caos. Noche aciaga de Vicente Moreno y del Espanyol, vapuleado por el Real Betis de mala forma. El técnico perico se quedó sin alquimia frente a los verdiblancos: sus pretendidos antídotos supusieron ayer veneno y todo el RCDE Stadium asistió a una hecatombe crítica. 2022 sin victorias y cómo agitar esto, cómo reaccionar, cuando cada vez las malas sensaciones tienen peor traducción sobre el verde. Hay que hacerlo, por más que el presente y lo inminente disparen ya todas las alarmas. Esto no puede caerse.
Sorprendió Vicente Moreno con un once jugón en extremo, casi kamikaze ante un Real Betis pletórico: los de Cádiz CF más Pedrosa. El peaje resultó difícil de asumir: nada de Keidi, nada de empaque; como si el duelo fuera a vivirse a tumba abierta, con una valentía insólita. La elección se desfiguró del todo, paradojas de la vida, tras el buen gol que tejieron entre Melendo, Darder, Óscar Gil y RDT al cuarto de hora. Porque el bloque bajo de trinchera de costumbre, con tantos perfiles tocadores, era de contranatura máxima y fue una pura bicoca para Canales, Fekir y compañía. Cabe discutir, aun así, el detonante del desastre, porque el VAR abusó de la ley y se cargó el espíritu del juego: penalti por una mano que Aleix quiso evitar y con una pelota que se iba al banderín de córner. Y, a partir de ahí, el batacazo y las ilusiones molidas, con William Carvalho a placer (también asfaltando a Melendo, sin que Alberola recordara su segundo apellido) y con el ‘Panda’ a tope con su inspiración en el RCDE Stadium.
La farra del Betis contrastó con la depresión de un Espanyol cada vez más caótico y desquiciado. Salvo Diego, nadie salió bien parado: Aleix, obcecado, restó en cada acción; Sergi Gómez se tragó una corrección fácil en el segundo tanto; Calero se lesionó otra vez, quizá como metáfora de las esperanzas vanas… y, de ahí en adelante, el equipo no fue nada, más allá de la rabia de Darder. Todo el partido se asumió como un martirio y las correcciones del míster aún lo empeoraron: Morón no está para Primera, Bare ya pintaba poco y Embarba siguió en su penar; sobre todo, al marrar el 2-3 como paso previo al 1-4. Willian José no falló a su cita con el Espanyol. Y, al final, con Vilhena de testigo, RDT se perdió, enloquecido por los olés del beticismo, y se perderá la cita en San Mamés. Orgullo herido, bien… pero qué inoportuno: desmembrados sin el ‘killer’ cuando la reacción no se puede aplazar más.
Todo fue bofetada de verdad, golpe de realismo. El mundo perico tiene prisa por evolucionar, por ser lo que sueña y hasta lo que merece pero, como el Real Betis, son varios los clubs que le sacan cuerpos de ventaja. La goleada del Real Betis remarca las distancias y a todos, plantilla incluida, toca asumirlo y luchar por la remontada desde la realidad. El míster debe saber mejorar a sus hombres ya mismo en vez de buscar fantasmas y sus hombres deben sacar colmillo para no rebajar su categoría. Es la hora de los valientes.