Absurdo. Todo ayer ante el Eibar pareció absurdo en el Espanyol: los dos errores flagrantes y fatales casi consecutivos, la falta de actitud inicial… incluso el arreón épico del final que esta vez no evitó el justo triunfo del Eibar. Lo peor, sin embargo, lo absurdo (y hasta desconcertante y crispante) vino después, y ya es decir. Errores que, a mi entender, denotan falta de entidad: de la propia, como mero deportista profesional, y de la que implica a cada a uno como representante del RCDE. Más caras de tonto provocadas por gente que luce el escudo de las tres franjas azules sobre fondo blanco, no, oiga.
Sergio no puede salir en rueda de prensa y argumentar que todos se habían relajado un poco después de los últimos resultados “y hoy hemos pagado el pato”. Oiga, míster, no. Puede que fuera un intento de subterfugio a bote pronto ante la clara derrota táctica ante Garitano, pero salió aún peor parado. Un técnico, y más tras un parón de por medio, debe saber espabilar a su gente. Y, ante todo, asegurar un desempeño digno de su plantilla. Con 20 puntitos y justo antes de visitar el Bernabeu y el Pizjuán en las próximas tres jornadas, ¿relajaciones? No fotem. Den la cara en la Copa y miren de encender el orgullo de la gente, que vienen curvas.
Porque luego están los gestos. El día que las piernas y las ideas van a medio gas, cabe esperar, al menos, un equipo con corazón intacto. Y no fue el caso, y como síntoma definitivo, lo de Caicedo y su gesto “silenciador” hacia la afición tras marcar (uy, qué bien), el 1-2 final. Se equivocó el ecuatoriano; también lo harían los aficionados que en el minuto 20 ya silbaban…
Pero aquí, de momento, sigue mandando quien sigue pagando, y ese respeto es innegociable. Incluso hacia los mensajeros. Felipe, en vez de salir y disculparse de forma inmediata ante los micros, dejó a Imma Casares a media entrevista y ya no atendió a ningún compañero más. En fin, hay que exigir un poquito de todo lo que decíamos: dignidad, orgullo y, en definitiva, saber por quién eres algo. Dar la cara, hacer periquitismo, saber alimentar la llama de la pasión y no inflamar las de las hogueras.
Cultura de club. Eres el Espanyol. Hazlo grande. Algo básico que nadie (ni profesionales, ni directivos, ni empleados, ni canteranos, ni veteranos, ni accionistas, ni socios) deberían olvidar. Las guerrillas tontas, como todo el rollo reciente montado por una irónica felicitación navideña, hacen perder la batalla colectiva. Despierten.