Maldecía de nuevo la pericada, tormenta persistente con su “otro Espanyol es posible”. Osasuna había castigado de nuevo el limbo autoimpuesto en el club, sumido en la indefinición. La grada iba a la greña con la suplencia de RDT: avispero más agitado. Y en ésas, los pequeños; en ésas, los de casa. Como venidos de un universo alternativo donde el RCDE es feliz, Melendo y Melamed acudieron al rescate. Conducciones, toquecitos, mismo lenguaje que Darder, Espanyol protagonista… y golazo. Nico metió el roscón que todo jugón lleva de serie, incrustado en su programación, imposible para Herrera. Dr. Strange en plena tempestad, el 21 impuso la tregua. Hasta la próxima, claro.
Rebajar la locura ya es de por sí complicado si hablamos del Espanyol. Pero si además tu superhéroe principal pasa a ser un problema, la cosa pasa a mayores. Cómo señalar al que ha metido quince goles en un curso de abulia y sopor. Cómo castigar a tu referente, al tipo que regala espectáculo entre tanto gris. Vicente Moreno sigue negando la evidencia, como en la previa. Pero la coincidencia tras el enganchón del Bernabéu no admite balones fuera. RDT meó fuera de tiesto y, además, fue la gota que colmó el vaso. Imaginen el drama del de Massanassa: el todavía míster necesita a Raúl, pero lo requiere mejor. Como líder, como jugador y como compañero. Un suplente, por tanto, tan chocante como lógico, por las lógicas internas del vestuario. Y por eso es hacerle un bien ponerle ante el espejo y que decida qué quiere ser de mayor. Eso mismo que el club necesita responderse.
Con 40 puntos y, a la espera de cerrar las matemáticas, toca que Chen afile su compromiso. El deseo de saltar a la élite de la Liga cuesta. Para hacer crecer su inversión hay también que impulsarla, echarla a volar. Difícil hacerlo si, como este año, las principales apuestas desde la dirección deportiva se tienen que limitar a los cedidos. Yangel Herrera vivió su tarde más indolente, mientras los canteranos se dejaban la vida. La generación de una identidad pasa por potenciar, como fundamento, el tesoro que ya tienes. Y sí, puede ser que algunos sigamos viviendo en ‘los mundos de Rubi’, pero es que mortifica ver cómo de marcado estaba el camino y lo que se ha empeñado este club en desmarcarse de él.
Son días convulsos. Quizá es inútil la pretensión de que todo tiene arreglo, pero a cada uno en su medida le toca luchar por un Espanyol mejor no desde la crispación porque sí, sino por el peso de la evidencia. Si no sabes a dónde vas, te pierdes por el camino. Si aplazas tus metas de progreso, lo más probable es involucionar. Si entre todos no se construye una mentalidad de club ganador, aquí seguirán reinando el victimismo y la indiferencia. Rasguemos el multiverso: como Nico.