Nos está costando puntuar fuera de casa. Más que un hecho aislado, se trata de una tendencia que nos puede complicar las cosas si se nos encallan los partidos de casa. Así pues, sería conveniente empezar a enmendar algún desajuste que cometemos jugando de visitantes. Más que desajuste, podría ser que han cambiado las características del equipo, aunque trataremos de analizar alguna de las posibilidades que nos hacen caer en esta peligrosa tendencia.
En mi opinión, estamos perdiendo parte de nuestras señas de identidad que nos han caracterizado históricamente: el contragolpe. Así es como ganan los partidos la mayoría de equipos de nuestra liga. Este año hemos dado un paso más en nuestra apuesta. Nos estamos atreviendo a gobernar los partidos, sobre todo en casa, y tenemos menos espacios para correr. Tampoco tenemos delanteros centros que se basen exclusivamente en los desmarques en profundidad. A todo ello, hemos de sumarle que, al jugar con dos puntas, los bandas necesitan realizar un gran esfuerzo para ayudar a los pivotes y les pueda faltar fuelle para llegar arriba.
Estos pudieran ser algunos de los motivos, pero también existe el trabajo de los rivales que intentan, como norma general, evitar las contras del equipo rival. Contrarrestar una contra suele llevarse a cabo mediante pequeñas faltas tácticas, con un buen equilibrio de los dos pivotes, o con las vigilancias de los defensas sobre los delanteros. Marcelino cuenta con varios jugadores expertos en esta tarea como Bruno o Pina.
Retornar a la fortaleza defensiva, será la principal consigna que debiera tener el equipo ante una formación con buena mezcla de juventud y veteranía, a quien Marcelino, trabajador incansable de esta profesión, ha sabido poner en el sitio que se merece. Líneas muy juntas y coordinadas en la presión y jugadores esculpidos al máximo en su faceta física: Marcelino es un obsesionado con el tema dietético en los jugadores y eso se nota a lo largo de la temporada.
El Villarreal penalizará todos los errores que cometamos. Sin embargo, los equipos de Marcelino distan mucho de aquel submarino amarillo que cautivó a media Europa durante su época dorada. Recuerdo con nostalgia sana un partido en Montjuïc que acabó con una amplia victoria nuestra, en uno de los mejores partidos que he vivido en un terreno de juego. Aquella victoria supuso un punto de inflexión y el fin de un ciclo de éxitos. Esperemos que este domingo sea el punto de inflexión hacía una etapa de éxitos.
No nos podemos quejar. Hemos tenido un montón de titulares esta semana. Sobre todo de esos que susurran a la destrucción y evocan el aniquilamiento. ¡Parece que nos estemos muriendo! El peor arranque de goles de la megahistoria reciente por aquí, la falete-dependencia por allá, que sin Cañas y Víctor no nos comemos un rosco, que contamos con un punto sumado de los últimos nueve… ¡Basta!
Desviemos nuestra atención de los números futboleros un segundo y… A ver, centrémonos en esa especie de personaje ineducado y usurero de los votos. Me refiero a ese pasmoso concejal y Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Cornellà al que se le calienta la boca cuando tiene un micrófono delante: ¡Antonio Martínez Flor! (fanfarria).
El rollo es duro. Más aún: el rollo es malo. Rizando el rizo: este señor es nocivo para la salud. Se nota que en pocos meses hay elecciones municipales. Es tiempo de levantar en obras las ciudades, de acercarse –ahora sí- a los vecinos para conocer sus problemas y bla bla bla. Si los del consistorio creen que con este tipo de personajes alborotadores se solucionan los conflictos, vamos apañados.
El interés político marca al señor (por llamarlo de alguna forma) Flor. Su inutilidad está marcando las relaciones del club con el ayuntamiento y se niegan los beneficios que ha traído la instalación del estadio utilizando a los habitantes de Riereta. ¡Titelles!
Dejadme jugar con el apellido de este torpe político. Se me antoja que su Flor es de cantueso, solitaria. Habla por conveniencia blandiendo la factura de unas deudas ajenas sin mirar las suyas. Quizás pretenda de esta forma equilibrar sus cuentas y engañar a sus ciudadanos. OJO AL DATO: Según el Ministerio de Economía y Hacienda, a 31 de diciembre de 2013, el Ayuntamiento de Cornellà de Llobregat tiene una deuda financiera viva de 92.289.000 millones de euros. Queda todo dicho, ¿verdad?
Unas frases para comentar el capítulo de posibles salidas. Álex Fernández va camino de ser una flor en el culo en toda regla. Su padre se pasó tres pueblos en Twitter echando pestes del míster. Y si el entorno no ayuda, el jugador se hunde. Quizás una cesión en el mercado de invierno le iría bien para inyectar en su vena algo más de vigor a su ingeniosa técnica. Mala leche, vaya.
No olvidemos que mañana en el Power8 nos espera una catarsis colectiva. A rasgar las estadísticas: sólo cuatro victorias de 28 enfrentamientos con el submarino amarillo en Primera. Invoquemos al espíritu del Dios perico: Raúl Tamudo, con él en el campo se ganó por última vez al Villarreal. Noviembre dejará de ser amargo, o no será…