“La fuerza estará ya contigo, siempre”, es lo que le dice el maestro Obi-Wan al aprendiz Luke Skywalker en un pasaje de la saga que ya todos conocéis. Pongamos que en este caso tú te llamabas Dani y yo te veía cual pequeño padawan. Y pongamos que yo era Obi-Wan en una especie de lección telepática desde unos asientos más allá. Ibas sentado en el metro con tu mascarilla del Espanyol al lado de tu padre. No tendrías más de 5 o 6 años. Nos ibas observando a todos los miembros del vagón como si estuvieras haciendo un inventario. A cada paso por una estación nueva devorabas con los ojos todo a tu alrededor, ajeno aún al legado y a la responsabilidad heredadas del que comparte plaza y apellido contigo. Concéntrate en lo que te digo, pequeño Dani, que te estoy hablando a ti ahora que no nos oye nadie.
Todavía no lo sabes, pero el Espanyol, que seas del Espanyol, ayudará a forjar tu personalidad como pocas cosas, a definirte, a encontrarle cierto placer al hecho de vivir en minoría, a veces en pura soledad. A desenmascarar hipocresías varias en defensores de todas las causas perdidas menos la tuya, la nuestra. A disfrutar de las expectativas de una gloria que nunca termina de llegar y que probablemente nunca llegue. A entender que lo normal en esta vida no es ganar siempre, y que no existen atajos a la felicidad. Que más vale un empate a cero que una patada en los huevos. O que entre volverse a la granja de Argentina y mancillar el honor, mejor elegir el barro y el mate. Estarás solo, o casi, en el cole. Tus compañeros jamás comprenderán por qué tú no, Dani, siendo tan sencillo como renunciar a la pesada carga y abrazar el lado oscuro. Vivirás siempre a contracorriente, también en la facultad y en la oficina. Defenderás tu linaje de mil maneras: te enfrentarás a ellos, les atacarás tú también donde más les duele, desarrollarás un sentido del sarcasmo que llenaría de orgullo a Darwin y con los años empezarás a sentir que no necesitas justificar absolutamente nada. Crecerás y sentirás como pequeñas conquistas, por ejemplo, que tu chica, que ignoró esto de la pelotita toda su vida, se convierta en espanyolista consorte.
Entonces, un día validarás tu billete, te sentarás en el sitio libre del vagón y te habrás convertido en el adulto que observa al niño con la camiseta perica, algo se te removerá por dentro, te verás a ti mismo reflejado en él y comprenderás que aquel delantero asturiano al que ni siquiera llegaste a ver jugar, el ídolo de tu papá, tenía razón cuando decía que lo mejor de Barcelona es ser del Espanyol. Entonces ya no habrá rayo que te parta el corazón ni ninguna digestión de ningún domingo. Ni perro que te ladre. Llegaste a tu parada, Dani. Turno de lucir la mascarilla blanquiazul ahí afuera y seguir con tu cometido. Que la fuerza te acompañe, pequeño.
Grandeee!!!!!
Genial
Entre no ganar siempre y lo de la temporada posada…
Un abrazo
Grande Carlos!
Enhorabuena por el artículo. NO SURRENDER!!!! Por muy mal que vayan las cosas, nunca caeremos al lado oscuro de la fuerza
Me has emocionado con esas verdades de sobra sabidas, leídas no por primera vez pero que siempre llegan al fondo. Bravo.