Partiendo desde la base de que los rivales este año son de otro nivel en comparación con otras temporadas. Con esa realidad en nuestra mente hay que reconocer que el trabajo defensivo del Espanyol es excelente. El triángulo Diego López-Cabrera-Calero se ha reivindicado y ha supuesto una de las grandes mejorías del Espanyol en esta oscura travesía por el infierno. Nueve partidos sin encajar, cuatro de ellos de forma consecutiva y mostrando un interminable abanico de recursos defensivos. Con la aportación de David López por delante de los centrales, el equipo es mucho más que sólido. Tanto por arriba como por abajo, el Espanyol se defiende bien. Las amenazas en balones largos, jugadas a balón parado o centros desde los costados han dejado de hacerle daño. Mérito del entrenador y su cuerpo técnico: han divisado un problema y lo han abordado de la mejor manera posible.
Cuando menos lo merezcan, será cuando más necesiten el calor de la afición. Han fallado contra el Lugo, un equipo renacido con Nafti en el banquillo y en un momento de forma excelente, lo que les convierte en peligrosísimos, pero es el momento de centrarse más en los buenos instantes que han dejado que en los malos. Vicente Moreno lo tiene claro: la base del ascenso es encajar lo menos posible.
En 11 partidos el Espanyol ha recibido dos goles. Un registro que debería ser motivo de orgullo para cualquiera que sienta estos colores.