Menudo quilombo, italo-argentino! Añoras Barcelona porque podías ir a Plaça Catalunya a tocar la guitarra, cual manso cantautor, sin que la gente te reconociera, snif. Tu melancólica anécdota, mi querido killer, esconde un universo. Ni estando on fire te escapaste del eclipse de Messi y satélites. Por ejemplo, tu excompañero Bojan, que sin pasar de Erasmus romano hasta recibió al gorrón del Convidat mientras tú, estrella del vestuario, permanecías invisible. Qué dura, la vida bohemia marcada por el RCDE.
Falta ver si la confesión musitada por Osvaldo encierra más lamento que perplejidad. En Roma cualquier laziale se torna ultra con sólo mirarlo; aquí, en cambio, para el archirrival no pasaba de ser el número 19 de una lista delirante de fichajes. Moralejas para todos, incluso para los que añoramos esa calma chicha en su vida, ese anonimato lacerante… Hasta el punto de olvidarlo todo, como esos partidos fuera en los que sólo ametrallaba por la boca contra el árbitro y su marcador. Ah, la memoria.
El distorsionador del cerebro actuará también sobre Pochettino, sus luces y sus sombras. En una primera etapa, hasta la venta de Víctor i Dídac, su proyecto tuvo sentido y grandeza. Luego todo el mundo se acomodó en el Pochenyol y fue fatal esa mezcla con la carestía económica y el nadar para sólo mantenerse a flote… Sin olvidar, claro, esa mano izquierda con maldita tendencia a puño de hierro. En fin: del mismo modo que Osvaldo forzaba los acordes de su guitarreo entre la multitud, aquí cada uno podrá someterse a milongas o a rocks devastadores con Mauricio. El tango elegante ya lo puso él con su despedida. Uno di noi y todas esas cosas.
Y ahora, Aguirre, que ojalá salga vasco tipo Azkargorta, Clemente y Valverde. De vuelta al Euskanyol, aunque ahora en versión del DF. “Cabeza, corazón y lo que sigue más abajo” para resucitar a los muertos: bien. Pero cuídese, míster, con esa bocaza ingeniosa dada al exabrupto, que los jueces son pistoleros y forajidos de gatillo fácil.
El reseteo del club llega a tiempo, pero debe hacerse a fondo. Sobre todo, a fondo perdido, comprando en invierno lo escatimado en verano. Lo barato sale caro, mientras que lo caro –léase Osvaldo– siempre da para una reventa y polémicas derivaciones. Ay, Osvaldo: en la Rambla tocando el bombo e ignorado ¬te quisiera yo.