Algo tan obvio como que el Atleti es aristocracia y no pueblo quedó de manifiesto ayer en el Wanda. Todo el mundo le tuvo un respeto reverencial: Vicente Moreno jugó al ‘efecto Espejo’ con tres centrales frente a los del Cholo, heridos por la Champions; los jugadores del Espanyol se encogieron en tres contras muy claras para matar el duelo con superioridad… Y, por último, Figueroa Vázquez y el VAR, con un penalti rebuscado que retrata a la perfección la caprichosa justicia en LaLiga, privada de sentido común.
Un acto reflejo de RDT le llevó a tocar el balón casi con el codo a la salida de un córner, con el tiempo ya consumido. No alteró la trayectoria del balón, que le hubiera dado entre rostro y pecho. Pero el VAR rebuscó, sabedor de la previa e injusta expulsión de Kondogbia en el minuto 70 (la había merecido antes, eso sí) y, ale, por intuición (porque imagen clara no hay), listos de nuevo en el 99’. Con el absurdo criterio imperante de “la posición natural”, el videoarbitraje perpetró el enésimo atentado del curso: otro penaltito a disgusto del consumidor, cuando jornada tras jornada vemos manos separadas del cuerpo que siguen alterando resultados al parar tanto goles como asistencias. Resulta patética esta desnaturalización del juego, pero es lo que hay.
El Espanyol, eso sí, hará bien en revisar también en vídeo su actuación, sobre todo a raíz de la expulsión de marras. Con uno más, se atolondró con espacios abiertos y no supo cocinar bien jugadas claras para cerrarlo todo. Ni Wu Lei, héroe hace una semana, ni Puado, ni Melendo anduvieron clarividentes. El conjunto sólido del primer tiempo (faltaría más, con semejante faja) se desvaneció con la lesión de Óscar Gil y su recambio, Aleix Vidal, le empeoró con creces, desde la flagrante concesión a Carrasco en el 1-0. Como Oblak frente a Darder y RDT, Diego ejerció de salvador en la falta de pericia perica para dominar a un Atleti casta y queja. Y el lamento fuera de casa volvió a aflorar: siempre hay un desastre propio o ajeno aguardando.
El diván perico sigue a tope. En casa, todo le sonríe; como forastero, maldice sin parar y todo supone martirio. Vicente tiene motivos para sentirse poco recompensado, pero toca seguir buscando una versión mejor. En el Wanda ya resituó a Puado de punta. Ahora le falta rescatar a Nico a la mínima que pueda y mover ficha desde ya en el filial o el Juvenil. Hay cartas quemadas y estas jornadas han de invitar a la renovación.
Aleix Vidal en el lateral es un agujero sideral.
Y del robo arbitral mejor ni comentarlo.Dan ganas de mandarlos a todos a cagar a la via.
La liga española es sencillamente ridicula. Un producto para chinos y árabes millonarios.