Más que partido trampa yo lo bautizaría como ‘tiro al pie’. Afortunadamente con tan mala puntería (la del Córdoba) que salimos victoriosos de un encuentro en el que volvimos a sufrir innecesariamente.
Si se analiza fríamente podríamos decir: hemos hecho el trabajo de forma profesional. Salimos a morder en la primera parte, anulamos al rival, marcamos y a otra cosa mariposa. Pero lo cierto es que el equipo dio un paso atrás en la segunda parte que nos pudo costar un disgusto. Y no vale aquello de que los colistas son muy peligrosos porque se juegan la vida y bla, bla bla. El Córdoba no se come a nadie, por eso está en el fondo de la tabla.
Con Bebé cambió la música
No puede ser que la entrada de un jugador cambie tanto un partido. Fue aparecer el portugués en el campo y se revolucionó el encuentro. Vale que es un armario y que asusta un rato, pero es impensable que se pueda pasar de un 75% de posesión a ceder totalmente el balón al rival con el peligro que eso comporta. Y si a eso le añades que los de delante no estuvieron finos, sobre todo el hombre de la semana, Lucas Vázquez, que ayer no tuvo su día, el partido se convirtió en un verdadero dolor de muelas para los pocos aficionados que se acercaron al Power8.
¿Reservaron fuerzas para el miércoles? ¡Ojalá! Lo que ocurrió fue más la típica pájara del escalador que, sin saber por qué, se queda sin energía. Se le acaban las pilas y el conejito deja de funcionar. Como en otras tantas ocasiones la clase de Sergio García le puso el seny necesario al partido en el tramo final y el acierto de un renacido Kiko, que volvió a oír a la grada corear su nombre, nos salvaron de un ridículo que habría hecho mucho daño.
Si en lo positivo hay que destacar la capacidad de recuperación del equipo, sobre todo en la primera parte, y el sacrificio defensivo de todos, en lo negativo señalar la sensación de que nos faltó algo de instinto asesino. En vez de defender el resultado deberíamos haber mostrado más ganas de rematar a un rival que se ahoga en su propia sangre. Pero las imprecisiones y los nervios hicieron presa en los blanquiazules. Suerte que Abraham marcó a la tercera bola que envió a la meta de Saizar.
¡Por fin es miércoles!
Pero toca olvidar rápido este partido para volver a enchufarnos a la Copa. Quitarse de la cabeza la nube que parece que se posó encima de los jugadores y mirar con ilusión al miércoles que ya lo tenemos ahí, al alcance de la mano. Un partido en el que volveremos a mirarle cara a cara a la historia para plantarnos en una final de Copa del Rey.
Qué fin de semana más largo nos espera.