No era lo que buscábamos. Lo sé. Todos queríamos la victoria y ese es uno de los problemas. Cómo canalizar los nervios. R.D.T. lo dijo muy claro: “Salimos nerviosos para intentar devolver lo mucho que nos da la afición”. Solo hay una receta: paciencia. El tiempo apremia, pero canalizar los nervios acostumbra a ser una gran receta. Los jugadores no deben sentir esa presión para el siguiente partido en Cornellà. Y el público no debemos exigir una victoria inmediata. Lo más importante es sumar. Y tal como fue el partido, es un puntazo.
Otra vez recibimos un gol temprano. La baja de Javi López hizo que el míster confiara en Víctor Sánchez. Un jugador que da todo lo que tiene y más, pero esa posición no es la suya ni la sabe defender bien cuando le toca resolver el marrón. La primera parte fue un monólogo de los leones por esa banda. Lo tenían identificado y fueron a por él. Nos salió barato. Solo una amarilla y acabar con la mínima desventaja al final de la primera parte.
Era difícil poder hacerlo peor en la segunda parte y el equipo estuvo más sólido. Entonces apareció el ‘todo clase’ R.D.T. Le cayó un balón de la nada y ese olfato de los clásicos nueves se vislumbra en estas ocasiones. Zasca y empate. Los cambios dieron solidez al equipo y aunque Wu Lei la volvió a tener, esta vez no acertó. Los refuerzos de invierno aportan mucho. Al equipo se le ve más sólido y en ataque tenemos a un asesino del área. Una receta que da para pensar en positivo. No fue esta vez, pero llegará. A mí este equipo me gusta más que lo visto hasta ahora. Estamos lejos de ver su mejor versión, pero estando abajo en la tabla no esperen florituras de nadie. Esta temporada nos costará años de vida debido al sufrimiento, pero si alguien tiene la receta y la fórmula mágica es nuestro RCD Espanyol.