Empezamos el milagro. Nuevo año, nuevo entrenador, nuevo sistema de juego, nueva intensidad y puntazo contra el líder. Demasiadas cosas buenas como para empezar a tirar las campanas al vuelo. Calma. Sosiego y serenidad. La pregunta sería si seremos capaces de mantener esta presión y intensidad cada partido. Porque si la respuesta es sí, no hay duda de que nos salvaremos. Pero la historia habla por si sola y sabemos que no va a ser posible.
Hay que tomarse este punto con alegría moderada y pensar que hemos cambiado muchas cosas para bien en tiempo récord. Abelardo es un catedrático en este tipo de situaciones. Un hombre que sabe bailar con las situaciones más complicadas y su serenidad y aplomo nos vendrá bien aunque su asignatura pendiente, igual que la de los otros, será mantener la portería a cero. Meterle dos goles a ellos y no ganar es un crimen. Somos incapaces de ser solventes atrás, pero como buen defensa que fue, espero y deseo que encuentre la tecla.
El resto fue un espectáculo. Me pasé muchos minutos esperando el bajón del equipo y con ello, el desastre. Todo lo contrario. Incluso cuando nos dieron la vuelta en el marcador parece que el míster encontró el camino con los cambios y volvió a encender el motor del “sí se puede”. El gol de Wu Lei hizo mérito a tanta y tanta lucha durante todo el partido. Un punto que tampoco nos saca de nada pero que inyecta una moral estratosférica al equipo. Sonrisas y abrazos fueron imágenes que no veíamos desde hace muchos meses. La sensación es que ahora sí creen en el sistema. El resurgir de Marc Roca, Melendo y Javi López debe ser un pilar para este equipo en el año nuevo. Un empate que da esperanzas. Sin duda, el mejor regalo de Reyes que podíamos esperar.