Puro malditismo perico

Rebelarse al mundo cenizo perico es casi imposible cuando tiene tanta base, cuando sucede lo del Coliseum Alfonso Pérez, cuando Getafe te estalla de lleno en tus ilusiones: puro malditismo perico. Si el Espanyol es Sísifo, sus tópicos son la roca que lo arrolla cuando la cima se acerca. “No podemos pasar al Barça”, “siempre seremos un equipo aspirina”, “nunca ganamos en intensidad”. Ni con la pericada recitándolos como contragafe medio jocoso-medio acojonado se consigue dar con el antídoto. Martirio vergonzante como el del primer acto, pura picota para cualquier técnico o futbolista. Un desastre; la penúltima decepción.

Vicente Moreno no escapó de las fauces del gozo en el pozo. Es que ni la posibilidad de vendetta ante Quique Sánchez Flores cambió la historia, un círculo vicioso que marea al Espanyol, como pudo apreciarse en los inenarrables primeros veinte minutos. Castigar a Diego López por el 2-1 con lo que salvó en ese patético tramo roza lo ruin. Enes Ünal se sintió Marco Van Basten por una noche mientras el Espanyol sucumbía aquí y allá. Vicente Moreno admite que falló en el plan y la noche volvió a dejar la sensación que hay un plan cósmico superior que marca los límites, quizá fronteras sin Raúl de Tomás.

Getafe fue Getafe como Eibar casi siempre ha sido Eibar para el Espanyol. Pero ante el malditismo hay que agitar e intervenir: antes Rubén Sánchez que Aleix Vidal de nuevo de lateral, por ejemplo. Antes el bullicio atolondrado de Wu Lei que el inmovilismo de Loren Morón. Y, por supuesto, antes tomar nota de las lecciones tozudas que dejan estos partidos: Óscar Melendo es para casa; Nico Melamed, mejor para voltear, y Keidi Bare debe ser imprescindible a la mínima, como Javi Puado con minutos y kilómetros, quizá por un Adrián Embarba seco ante puerta (ese segundo gol, como ante el Betis, no se puede fallar) y poco clarividente.

Según la sucesión habitual de eventos, ahora vendría un triunfo goloso y de rabia ante el Granada y todo eso del “culé, prepárate” de cara al Camp Nou, donde los tópicos vivirían una nueva jornada de estrés. Sin embargo, no nos adelantemos al fatum: si este equipo derritió al Madrid, bien debe saber levantarse y romper sus puñeteras cadenas. Esclavo de sus sambenitos, al Espanyol le urge liberarse si no quiere vivir en la desazón.