Hay que diferenciar el jugar bien con el jugar bonito. Jugar bonito puede ser una de las muchas opciones de jugar bien, pero eso no te garantiza el éxito. Hay muchos caminos para llegar a este, y por eso es tan bonito este deporte. Nadie tiene la fórmula exacta para ganar y vencer no es convencer.
Hay equipos que juegan estupendamente bien y no son los protagonistas del partido. Esperan más atrás, agazapados, y tienen la paciencia suficiente de saber sufrir sabiendo que el rival se va a equivocar y ahí es donde van a hacer daño. Como un tiburón que huele sangre y sabe que es el momento de rematar la faena.
No salen desde atrás con grandes salidas de balón, no tienen la posesión de la pelota durante el partido, pero quizás es que no les interesa tenerla. Ahí está la clave de si un equipo juega bien o no. Que el partido se juegue a lo que tú quieres que se juegue.
Caso aparte es el Espanyol de Vicente Moreno. Este es uno de los mejores entrenadores de la Liga SmartBank y eso poca gente lo puede discutir, ya que tiene la capacidad de exprimir al máximo la competitividad de sus jugadores y estos, además, son de un nivel tan alto que podrían estar compitiendo en LaLiga sin ningún problema. Pero creo que el técnico valenciano no explota al máximo las características de sus jugadores. ¿Le sirve para ganar? Sí. ¿Es suficiente? Que cada uno saque sus propias conclusiones.
A este Espanyol se le debe pedir algo más que ganar partidos. No solo por el presupuesto que tiene, sino por los jugadores que militan en la plantilla, como Darder, Melendo, Embarba, Mérida, Melamed, RDT, etc. Son futbolistas a los que no se les están explotando al máximo sus cualidades individuales para el éxito del colectivo, por la sencilla razón de que sus características no se ven acentuadas con el estilo de juego y modelo de Vicente Moreno.
Vive al filo del alambre y le van alabando las victorias por individualidades que desatascan los partidos, pero a mi entender es un Espanyol que en muchos partidos no juega bien. Le sirve para ganar, sí, pero no juega a lo que reclaman las características de sus jugadores.
Como el típico repetidor que tuvo un mal año inesperado y que sabe que puede sacarse el curso sin problemas. No busca buena nota. Está tan obsesionado con pasar de curso, que hace lo justo y necesario para sacar un cinco. A veces le da, otras no y ahí está el abismo.
Por último, invito a los lectores a que hagan una reflexión más profunda cada vez que acabe un partido y piensen en esta fórmula para saber si su equipo ha jugado bien o no, independientemente del resultado. Porque insisto, vencer no es convencer.
Jugar el partido que tú quieres y no el que quiere el rival + explotar las características de tus jugadores = JUGAR BIEN