El plan del Espanyol pasa porque las primeras partes estén completamente vacías de contenido. Que no suceda absolutamente nada en los primeros 45 minutos reglamentarios. Aguantar, que el tiempo corra y que las fuerzas del rival se vayan escurriendo para que en el tramo final del partido esté todo preparado para que la superioridad y las individualidades del Espanyol acaben decantando el duelo.
Esta idea plantea una serie de problemas para los que el Espanyol no tuvo respuesta contra Las Palmas. Partiendo de la base que forzar la quietud en la primera parte es sinónimo de tirarla a la basura el Espanyol solamente tiene la segunda parte para ganar. La gran pérdida de tiempo inicial, en la que el rival, sea quien sea e independientemente de sus objetivos a final de temporada, siempre es el que impone su dominio. El Espanyol le deja hacer, cediendo terreno y olvidándose de que para ganar hay que marcar.
En este espacio de tiempo en el que se pretende que no suceda nada, evidentemente, siempre pueden pasar cosas. Las Palmas consiguió ponerse por delante tras un nuevo error individual enmarcado en un juego horrible por parte del Espanyol, que sigue sin dar ese golpe de autoridad en la mesa que se espera del equipo más potente de la Segunda división.
Es verdad que cuando la cosa se pone fea el equipo reacciona y trata de revertir la situación. Aunque no es suficiente. El Espanyol perdió el encuentro por muchos factores y el indecente arbitraje no debe esconder el mal juego blanquiazul, que está siendo habitual pese a que los resultados acompañan.
Otra de las problemáticas que sobrevienen al Espanyol, fruto de esperar a ver qué pasa durante tanto tiempo, es la ausencia de individualidades. Con el potencial ofensivo que tiene el Espanyol es complicado imaginar un partido en el que al menos no haya tres o cuatro ocasiones meridianas de gol. Pero puede darse ese partido y más si se tiene un jugador menos.
Ni RDT, que falló una oportunidad clarísima anterior al gol canario, ni Embarba, ni Puado, ni Melendo, ni los carriles, ni el centro del campo fueron capaces de crear peligro con asiduidad al portero más nervioso de toda la categoría ni un equipo que con lo mínimo se venía abajo defensivamente. Diego López, al que se le supone cierta sobriedad y experiencia, volvió a cometer un nuevo fallo incomprensible.
El Espanyol hizo un muy mal partido contra Las Palmas, uno de los peores en lo que va de temporada, y esta sensación se agrava con las intenciones con las que sale el equipo, que ya está acostumbrándose de forma peligrosa a entrar mal y tarde a los partidos. Para evitar ir a remolque lo más adecuado es ir a por el partido desde el inicio, sin regalar tiempo. El Espanyol, y no el rival, debe propiciar que sucedan cosas para estar más cerca de la victoria.
esperem que sigui una excepciò