Solo los dos goles de Borja Iglesias y el subidón de vernos segundos en la clasificación (¡viva el darderismo!) se salvaron de la quema en un partido feo de, permítanme la expresión, de cojones en El Alcoraz.
Con un semblante entre atónito, asqueado y cabreado se vio a Rubi plegado de brazos dentro del área técnica durante los primeros minutos de juego en El Alcoraz. Y es que su equipo estaba firmando sus peores minutos de la temporada. Este no era el Espanyol que había logrado maravillarnos hasta el momento. No salía nada. No se parecía ni por asomo al conjunto perico que tanto está maravillando en Cornellà. Sin Darder, que se quedó fuera por una gastroenteritis, no había paraíso. Y es que la medular, no funcionaba como habitualmente y filtrar balones arriba costaba un mundo. Poco había que destacar que no fuera negativo más allá del buen hacer de Diego López para mantener las tablas en el marcador.
No pintaba bien la cosa, pero una acción de Sergio García fue oro puro para que Borja Iglesias acabara con el hastío de toda la pericada poco antes del descanso. Y es que hasta el momento el Espanyol no estaba en el partido, estaba espeso, pero de un zarpazo logró meterse dentro de lleno y acabó asaltando la segunda plaza de la general. ¡Qué locura!
Víctor Sánchez quiso sumarse a la fiesta del gol en la reanudación, pero el VAR, que le está dando más dolores de cabeza que alegrías al Espanyol, lo anuló por fuera de juego. Permítanme que les diga que el VAR, pese a que hace que el fútbol sea más justo, me mata. Odio soberanamente tener que esperar tanto para celebrar un gol o bien ‘acordarme’ de todo. No puede ser que se tarde tanto en la toma de decisiones. Lo hace todo demasiado descafeinado y eterno. Y para muestra un botón, hubo nada más y nada menos que 9 minutos de descuento.
Ganamos jugando mal, pero ¿dónde hay que firmar? Aquí lo importante es que vayan cayendo los puntos y que nos podamos dar el gustazo de mirar la clasificación en modo bucle. ¿O a caso los gallitos de esta liga siempre ganan maravillando? Es obvio que a todos nos gusta disfrutar, pero que quieren que les diga, si ganamos, también lo hacemos. Así que no nos flagelemos porqué sí y centrémonos en disfrutar de esta bendita locura. El partido fue feo, pero se ganó. Poco más que añadir.
Tocó sufrir y apretar los dientes, pero de nuevo, ¡EL PANDA! Él liberó su rabia con el segundo tanto, se reafirmó y a la vez liberó al conjunto perico. Acalló muchas bocas y nos volvió a demostrar que ha venido para dejar huella y para hacernos soñar. Él nos enseñó que la vida puede ser maravillosa y que formar parte de esta ‘Meravellosa Minoria’, desde la llegada de Rubi, es la bomba.
Con el 0-2 el equipo bajó una marcha y tuvo suerte de que el Huesca no estuvo nada fino pese a que puso toda la carne en el asador. Solo Hermoso con su balón al travesaño en el último suspiro nos hizo volvernos a levantar de la silla. No podemos sentirnos orgullosos de lo vivido, pero repito, se ganó y poco hay más que añadir. Fuera de casa todavía no habíamos catado los tres puntos y al fin se logró, aunque de la forma más fea.
Ya pueden pellizcarme, que esta locura es muy real. No saben lo que adoro pasear por las calles de mi pueblo, Monistrol de Montserrat, y que, por fin, la gente me pare para decirme: ¡Perica! Cómo está el Espanyol, ¿eh? Y no para hacerme burla como siempre. Ahora soy yo la que ríe.
¡Qué bonito es ser perico! Eso siempre, claro, pero este año, todavía más. Así que ya saben pericos, sonrisa de oreja a oreja y a sacar pecho, que esto no nos lo quita nadie y no sucede cada día. ¡Volem!