Estos últimos días he estado buscando un grupo musical que fuera una analogía de lo que es nuestro Espanyol y creo haber dado con una respuesta. Antes me gustaría hacer una reflexión sobre lo acontecido esta temporada. Solo en un club como el nuestro se puede pasar de la gloria al abismo en cuestión de meses. Siendo analítico y frío como el acero, llevábamos años jugando con fuego, vendiendo a los buenos jugadores y apostando por recambios de menor valor y así hemos ido devaluando la plantilla, el núcleo duro de la misma se ha enrocado en el vestuario, ha envejecido y, sobre todo, no ha estado a la altura. Sé que hay ejemplos de compromiso en jugadores con pasado culé en nuestra historia, pero llevo años diciendo que no los quiero en mi club, ni uno más por favor. Cuando las cosas pintan bastos, como un jugador de la cantera, ninguno y todos estaremos de acuerdo en esto. Desde los despachos y con la economía siempre en el horizonte se han ido desmantelando poco a poco las opciones de crecer. Saneados, sí, pero sin fútbol.
Lo que ha continuación voy a afirmar es una teoría mía basada en observar y en haber mamado fútbol desde la cuna. He estado en el interior de muchos vestuarios, mi padre era entrenador, sé como funcionan. Los jugadores no querían a Gallego, mientras en Europa por intereses cumplían el expediente, en liga le hicieron la cama King Size. El club, el entorno y viceversa autorizaron a la plantilla a creerse con el poder de quitar y poner jefes y ese gran error fue el principio del fin. Machín llegó con el culo torcido y salió por el mismo método que el anterior, con los jugadores como emperadores romanos. Cierto que sus palabras denunciaban lo que yo digo, pero otra vez el club, prensa y afición dictaron sentencia con el segundo decapitado del curso. Abelardo fue el menos malo con los capos de la plantilla pero el Espanyol no era su Sporting y su pasado pesaba demasiado. Para finalizar, lo de Rufete es la broma de mal gusto más grande que hemos sufrido en 120 años de historia. En otro lugar le hubieran despedido hace meses y aquí le premiamos con ser El Cid de la Reconquista. El ‘rush’ final en liga demuestra que el vestuario no quiso hacer de su verdugo un héroe. La temporada que viene hay que ser conscientes que en 27 años la Segunda ha cambiado mucho y que pretender hacer una revolución manteniendo a la columna vertebral del descalabro es un error que nos puede costar la vida.
El grupo que mejor ilustra nuestra idiosincrasia son Minutemen, un ejemplo de la idea subversiva de que no tenías que ser una estrella para tener éxito. Su trabajo duro e incansable, su búsqueda inflexible de una visión artística única es una inspiración. Ellos no querían ser un grupo más de rock, ellos querían ser ellos mismos. Esto es lo que debemos aplicarnos más que nunca, no somos un club de fútbol más, somos el Espanyol.