El 2 de octubre de 2020 el club anunciaba que Titi Camúñez ponía fin a su etapa en el Espanyol después de estar vinculada a la entidad casi 50 años en distintas etapas y roles. Su nombre, en los últimos años, se había asociado a la decadencia de la sección, junto con los feroces recortes que hubo. El femenino había pasado de ser un referente a prácticamente arrastrarse por la categoría y sufrir una temporada sí, y otra también, por salvarse. De hecho, el destino, y la COVID les dio una vida extra que, con Camúñez ya fuera de la ‘cúpula’ que toma decisiones, no se ha sabido aprovechar.
Pese a que se desvinculó oficialmente del Espanyol este otoño pasado, tal y como en su día les avanzamos, fue relegada de sus funciones de directora deportiva en enero de 2020. Pasando así a desempeñar labores más administrativas y dejando así de tener voz y voto en la confección de plantillas. Por lo tanto, desde este verano ya no se le puede colgar el ‘muerto’ de lo que suceda. Ya no es la responsable de la configuración de una plantilla que justo cuando se han celebrado los 50 años de la sección, puede descender por primera vez en toda su historia. Casi nada.
Quizás, tras mucho tiempo de autocomplacencia y decir que no pasa nada, de querer creer que las cosas cambian -muchas lo hacen- pero en el fondo siguen siendo las mismas, falla lo más importante: la planificación. Ha quedado de sobras demostrado que en el resto de equipos se apuesta fuerte y que en el Espanyol se han quedado a medio camino.
Dotar de profesionalidad a la sección es un gran paso, qué menos, pero con eso ha quedado demostrado que no basta. La inversión debe estar en el campo y no puede ser que la lesión de gravedad de una delantera (Karpova) sea la excusa o el detonante para que todo se venga abajo. Algo más hay. Que al final haya más de una cantera a afianzada en el primer equipo es una grandísima noticia, pero eso no puede enmascarar que si Rubén Casado ha hecho debutar a tantas jugadoras de abajo, muchas en edad juvenil, es porqué no tenía de donde tirar. O debido a que lo que tenía no le convencía o aportaba. Esa es la realidad.
Hay un dicho popular que reza así: ‘Entre todos la mataron y ella sola se murió’. Y, lamentablemente, le va como anillo al dedo a esta sección del club. En ocasiones se achaca a una sola persona o a una única causa el daño producido por muchas, un daño que ya no se puede remediar. Se emplea cuando nadie desea asumir la parte que le corresponde de responsabilidad de algún suceso infausto, en cuyo resultado han contribuido varios factores. Y ese es el caso. El cúmulo de despropósitos de los últimos años, junto con la temporada actual, salvo milagro, acabará en un fatal desenlace que SE PODRÍA HABER EVITADO. La falta de ambición, de conocimiento del mercado, una falta de revolución en el seno de un equipo que lleva muchas temporadas arrastrándose y muchos otros factores han provocado que este Espanyol a tres jornadas para el final tenga un grave problema. Nada es casualidad. Lo de la campaña anterior fue un auténtico desastre del que no se ha aprendido, y aún suerte que si algo ha hecho este Espanyol es competir y nunca bajar los brazos. De lo contrario, hubiera sido un calco y por ahora todavía hay esperanza.
La gran pregunta es, si se desciende, ¿qué pasará? ¿Será el punto de inflexión para resurgir como el ave Fénix y se dotará de recursos a la plantilla, como ha sucedido con sus homólogos masculinos en Segunda? ¿O bien puede ser el final de los días de una sección que ha escrito páginas de oro en la historia del club? El tema es serio.