Raúl de Tomás se empeñó en demostrar que a motivación no le gana nadie y eso llevó al Espanyol a ganar un duelo clave. Un partido trampa por la necesidad y los argumentos del rival, y porque históricamente, el cuadro perico es experto en fallar ante rivales directos. En cagarla, con perdón por la expresión, en esos duelos en que los puntos no pueden escaparse. En choques en los que hace falta algo más que talento, como demostraron ante el Real Madrid.
Hace falta paciencia, templanza, oficio y, por encima de todo, ganas. Esta era una revalida para el equipo, para un Espanyol que quiere y debe luchar por quitarse estigmas y carteles de encima. Nuevo triunfo y tranquilidad. La permanencia no puede ni debe ser el único objetivo. Sufrir este año debería estar prohibido.
Empezó el duelo con una intensidad impropia de un lunes, cuando, como estarán de acuerdo con quien les escribe, empezar la semana cuesta un mundo. Y un mundo le costó al Espanyol serenarse y dejar a un lado una larga lista de imprecisiones. Mordía el Cádiz, no estaba a gusto el cuadro perico, que vio que, tal y como se esperaba, su rival salía en tromba. Necesitaban los pupilos de Vicente Moreno algo más para poder luchar por el partido.
Gurú RDT
Se tiñó la fachada de rosa en la víspera del Día Internacional del Cáncer de Mama, aunque de color de rosa no fue precisamente el duelo que inicialmente afrontó el cuadro perico. Darder, con su magia y estado de gracia, trató de teñirlo, pero la primera parte parecía más amarilla que otra cosa. Pero fue el killer, el jugón, Raúl de Tomás, el que logró cambiar la paleta de colores. Lo estaba chutando absolutamente todo, intentándolo hasta la extenuación. Primero fue el palo, luego Ledesma y a la tercera fue la vencida. Gol y una víctima más a la que le ha marcado.
Solo Darder, De Tomás, el resultado y la afición, que entre semana y a estas horas respondió y estuvo allí remando con el equipo, se salvaron de la quema en una primera parte en la que hubo algunos protagonistas que brillaron por su ausencia. Como el tiburón Morón, que teóricamente estaba en el bando perico, pero fueron los cadistas, los 11, los que actuaron como fieros escualos. Querían sangre. Aunque, como quedó demostrado, el que realmente la huele es RDT. Una bestia que se transformaba en una celebración calmada. Sentado en el suelo, como quien medita, en su mundo, disfrutando de su momento, respirando hondo… Simultáneamente era la afición la que hacía eso, respirar con su gol in extremis. Porque ese balón que hizo entrar fue puro oxígeno.
Así que más vale que no se nos constipe, que nos dure muchos años… porque el Espanyol necesita a su delantero como el aire que respira. Porque tenerle, como quedó demostrado, es una bendición, un seguro de vida. Él es nuestro gurú, nuestro maestro espiritual, quién nos guía para alcanzar el nirvana. El mejor importador de caviar en la plantilla, en sociedad con Darder claro. Porque lo suyo no solo es marcar, también dejar detalles para el disfrute, para la galería, cayeron algunos cañitos. Claros ejemplos de que se gusta, está en un buen momento y eso para el Espanyol es media vida. Y como es de bien nacido ser agradecido, el ariete salió del campo con honores, con una ovación a la altura de su aportación.
Revulsivo Melamed
Le está dando el canterano la razón a Vicente Moreno. Nico es un gran futbolista, pero ahora mismo es un revulsivo de lujo. Porque casualidad o no, ha sido desempeñando ese papel, saliendo de refresco, cuando más incidencia está teniendo en los partidos. Y ante el Cádiz lo suyo fue salir y besar el santo. Él fabricó la jugada del gol y él definió con la ayuda de Chust. Moralmente el gol fue suyo, el primero en Primera. Este chico es un animal competitivo, pura ambición. Pura poesía.
Pero ahora que la inercia es buena y gana lo positivo, digna de alabar fue también la actuación de la pareja de centrales, porque ellos también carburan. Y eso, aunque se vea menos, también suma. Y sumar es a lo que quiere abonarse un Espanyol, solvente y cumplidor, que sumó su tercer triunfo consecutivo en casa y que ha logrado que la sonrisa sea la mueca preferida y permanente de su afición en las últimas semanas. Hay motivos, de verdad, crean. Porque esto no para, suma y sigue. Y este equipo ya ha demostrado que quiere y puede. Convenciendo más o menos, teniendo trabajo por hacer, pero dejando destellos de ser un equipo que cuando recupere efectivos tiene mucho que decir. Ahora, ¡todos a Elche!