Estoy contento de que Perarnau se llevara el premio “perico de l’any”. Pese a que muchos lo culparán de la mala temporada del equipo, nadie hizo tanto para sanear las maltrechas cuentas de nuestro club como él. Seguro que ha cometido errores. Nadie es perfecto, y tampoco nadie diría, por ejemplo, que el fichaje de Riera, en su primera etapa, fuera un error viendo como fue la segunda. Sin embargo, con Óscar tienes la sensación, al menos yo, de que ha trabajado con integridad y pulcritud. Y eso, en un mundo donde todos quieren sacar tajada, lo valoro al máximo.
Hay pocas cosas que pueden hacer a alguien actuar con integridad cuando ve pasar cantidades ingentes de dinero delante suyo. Una de ellas, para mí, es el reconocimiento. A veces, gente que actúa de forma modélica –con sus errores- es la más criticada. Se les suele acabar la integridad porque no ven estímulo. Los socios pagamos nuestra cuota y queremos ver victorias en el terreno de juego. No nos paramos a ver si se ha hipotecado el futuro del club –hasta que llega hacienda, claro-. Fiscalizamos poco nuestros intereses. Hay como una sensación de “poco podemos hacer” ante la opacidad de muchas entidades públicas y privadas. Es lo que hay. Por ello, me gusta hablar bien de la gente que creo que se lo merece.
Al respecto, hoy me levanté y repasando la prensa de nuestro país, vi una noticia en El Mundo que, no es que me sorprendiera demasiado, pero sí que me acabó de confirmar la putrefacción de parte de la sociedad donde vivimos. Era una entrevista a un excorredor de apuestas deportivas que se acababa de pasar al supuesto lado bueno. O se cierra el chiringuito de las apuestas, o dejaremos de tener deporte en poco tiempo. Ya hace años la Federación alertó sobre esta lacra, pero al final te quedas con la sensación de que a nadie le interesa ponerle freno. Y a los que nos gustaría otro tipo de deporte, tampoco damos alternativas ni nos involucramos demasiado. Sí lo hacen quienes tienes intereses.
E interesante va a estar el fin de semana. Todavía hay gente que duda si la afición va a apoyar al equipo. Pues, por supuesto, que lo harán. Siempre lo hicieron. Los noventa minutos más importantes de la temporada se juegan este domingo. Al acabar, si la fiesta acaba bien –porque si acaba mal es seguro-, vería lógica una sonora pitada al final del partido. No obstante, la fragilidad memorística de los nuestros seguramente preferirá centrarse en un futuro esperanzador y pasar rápidamente página.