El relato corto debe extenderse lo justo y suficiente para superar a un cuento y quedarse por debajo de la novela. Fórmula ideal para desgranar rápidamente una Copa que casi se envenena.
Atrás jugó Álvaro, visto el escaso trabajo, podríamos haber optado por la fórmula del fútbol-sala: jugador de campo con camiseta de portero y al ataque.
Transformación completa de la defensa: Aleix podía hacer de lateral porque los del Rincón disparaban con corcho, a Simo le brillaban las botas negras que deberían ser obligatorias para los centrales, Cabrera tiró la misma carrera en la que le expulsó Morata y Omar a pie cambiado, porque no quedaba otra sin Brian.
Parece que a Pol no podemos ofrecerle ni los 90 minutos de costellada, Edu Expósito volvió a recordar que el camino más corto al gol es la línea recta y Villahermosa caminó sobre los pasos de Lozano y se fue a la ducha porque siempre es fácil cambiar al canterano.
En el ataque de hoy, subyace la voluntad de Nico pero sigue supeditado a 10 partidos seguidos en la élite; y del dúo de la muerte, como esos grupos de Champions, Lazo va a ser el bueno si Dani Gómez sigue poniéndose en evidencia de todo lo que de él se iba contando.
Puado amplió la lista, ya no solo marca a colistas, también a aficionados; Keidi jugó a lo Keidi, sin importar la categoría del rival, Óscar Gil que destacó en la amonestación cuando el árbitro le llamó por su nombre, Joselu volviendo al gol siempre necesario y Kenneth debutaba, con un nombre para triunfar.
El primer trago, pasado. No daba la cosa para mucho más. Ni épica, ni devastación. Un compromiso cumplido y a resetearse, que lo mollar, mientras seguimos de esta guisa, será el campeonato. Pero que a nadie se le olvide la camiseta que llevan. Lo que hagan con ella, a nosotros nos queda marcado. Como los relatos que narran la historia de un equipo de 122 años.