El encuentro disputado por el Espanyol contra el Rayo Vallecano nos demuestra que lo acontecido la jornada anterior frente al Atlético de Madrid fue un espejismo. ¿Cómo se puede pasar de, pese a la derrota en el Wanda Metropolitano, disputar uno de los mejores partidos de la temporada fuera de casa a ofrecer la imagen que se dio contra los franjirrojos? Tras el encuentro Vicente Moreno reconoció que se jugó posiblemente el peor encuentro desde que él está en el Espanyol, pero qué casualidad que este dejarse ir ocurriera también el pasado curso. Porque les recuerdo cómo fue el final liguero tras lograr el ascenso en Zaragoza: derrota en casa ante el Cartagena (0-2), victoria contundente en Ponferrada (1-4), empate flojo como locales contra el Tenerife (1-1) y triste derrota en Alcorcón (1-0). Ya conocemos la historia, esa que no solo se dio el pasado curso sino que, independientemente de los jugadores y del entrenador, se repite campaña tras campaña en el Espanyol una vez se ha logrado el objetivo. Un partido ‘bueno’ para tratar de demostrar que se va a luchar hasta el final pese a que la meta se haya conseguido y nuevamente a pasear.
Ojo, que no estoy diciendo que el equipo no salga a ganar durante estos partidos. Ni que no lo hiciera contra los de Iraola, que fueron justos vencedores. Estoy hablando de esa tensión competitiva que le falta al equipo cuando no tiene ‘nada’ por lo que luchar a nivel clasificatorio. Y ello es algo que ya empieza a cansar. Todavía quedan cinco jornadas para que concluya la competición, pero qué favor nos haría si acabara ya. Llevo semanas diciendo que es lo mejor que nos podría pasar para no encabronarnos todavía más con este equipo.
Un equipo que ya ha demostrado que da lo que da y que llega donde llega. Que sin Darder en su mejor versión apenas se acerca a la meta rival y que con RDT lejos de su mejor nivel no tiene gol, pese a que aun así el madrileño siempre tiene alguna. Es lo que tienen los grandes jugadores. Un gran futbolista al que si de cara a la próxima campaña no cuidamos con un proyecto que al fin nos ayude a dar ese salto de calidad puede volar. Al igual que el de Artà. Y la lista es larga, porque Pedrosa está pendiente de renovación y no parece que la cosa vaya por muy buen camino.
El Espanyol estuvo como el tiempo. Gris y lluvioso, sin el alma que mostraron esos 11.873 –¿en serio tantos?– valientes que acudieron al templo. Y que mostraron su descontento con la situación mediante unos cánticos que no pueden dejar de escuchar los responsables de todo. Chen, Mao, Rufete o quien tenga que ser. El primero, por ser el que manda; el segundo, porque es el que explica lo que ocurre al que manda; y el tercero, ya que es el que ha construido una plantilla coja, en la que varios jugadores no tienen sustitutos de garantías. Un plantel del que Vicente Moreno solo puede o sabe extraer jugo a 12 o 13 jugadores. Tomen nota.