La imagen que más recuerdo y mejor definiría a Rubi es él, en los lavabos de una estación de servicio, portátil en mano, en la vuelta de un partido de ‘playoff’ de ascenso, cuando me entrenaba en Girona. Había poco tiempo para preparar el siguiente partido y este pequeño detalle te da muestras del alcance y capacidad de trabajo del que se supone será el futuro entrenador de nuestro RCDE. Trabajador incansable, ha conseguido forjarse una carrera a base del análisis al detalle de todo lo que rodea este deporte.
El fútbol es de los jugadores y este deporte evoluciona, en muchas aspectos, como lo hacen nuestros jóvenes. Hoy en día lo de ‘la letra con sangre entra’ ya no suele servir. Da igual la categoría, la juventud es otra, con otros valores y los llamados millennials -porque los futbolistas también lo son- necesitan que un entrenador les argumente, convenza y persuada con hechos porque te van a preguntar y te van a comprometer para comprobar tu capacidad. Rubi, en esta faceta, no tendrá problemas, controla los conceptos y los sabe transmitir de una manera clara, concisa y con pedagogía.
Rubi ha tenido éxitos cuando su proyecto, sobre todo, ha echado a andar desde los inicios. Sin embargo, sus experiencias en Primera -con equipos ya en el alambre- no han sido buenas porque, en mi opinión, quizás, no tiene un perfil como revulsivo. No tiene el carisma ni el historial, por ejemplo, de un Clemente, pero, sobre todo, no tiene un modelo simple de ejecutar. Cuando llegué a Girona a mitad de temporada, costaba mucho asimilar ciertos conceptos, hasta que me di cuenta de que todos habían pasado ese proceso. Ahora bien, una vez asimilados todo fluía. Si Rubi acaba aterrizando, se debería tener la paciencia necesaria para que desarrolle su trabajo y confiar en él.
Rubi y su cuerpo técnico están ante su experiencia vital. Iniciar un proyecto en en un club histórico, de primera línea, donde se han forjado anteriormente, al que tiene enorme cariño es un sueño para ellos. Su talón de Aquíles -aunque ya ha demostrado evolución- podría estar en la gestión de un vestuario complicado. Son buena gente, desde el diálogo, pero tampoco se chupan el dedo. No hay que confundirse. La generación millennial cada día va más por este camino, así que ya no es tan necesaria, en mi opinión, la mano dura; además, la actual plantilla -por lo que sé- es bastante piña. Al final, todo se resumirá a que la pelotita entre, pero con Rubi, creo, compramos más boletos para que esto ocurra.