Hace ya más de veinte años que entré en club. Justo la última temporada que el Espanyol visitaba la segunda división. Era una ilusión enorme fichar por una entidad de esta índole y recordaré, como si fuese ayer, mi primer día en Sarrià. El primer jugador que vi fue el gran fichaje de aquella emporada: el búlgaro Velko Iotov. Ir a Sarrià cada fin de semana a ver los partidos era un acontecimiento que un niño de doce años no puede olvidar. Los días que nos llamaban para hacer de recogepelotas ya eran de ensueño. Por ejemplo, recuerdo a Toni Jiménez regañarme porque en los calentamientos quería que le pasara los balones a él y no al lanzador. Años más tarde tendríamos la ocasión de llegar a entrenar en el mítico anexo, conocido como la chatarra. Era un lujo estar tan cerca de ese sueño de jugar en el mítico Sarrià.
Desgraciadamente, un día como ayer hace veinte años, ese sueño se desvaneció. Nuestra casa se derrumbó pero supimos formar un nuevo hogar donde cobijarnos y tirar para adelante. No es lo mismo tener una casa que formar un hogar. Y Motjuic lo fue durante un duro pero hermoso retiro forzoso. Montjuic y Cornellà fueron los campos donde jugué pero Sarrià estará siempre en mi imaginario de niño y todos sabemos que lo que vives como niño se graba a fuego en nuestros corazones y aquí sigue aún vivo.
Aparcando la nostalgia, volvemos a la realidad de la competición y al trasiego de la Liga. Hemos vivido ya la primera victoria del campeonato. Se demostró que, si el equipo sale enchufado, tiene mucho potencial para hacer daño. Imagino que QSF conoce mejor que nadie a sus jugadores, sin embargo, da cierta sensación –reitero, desde la lejanía- que tenemos potencial para ser algo más ambiciosos en el estilo. Ya sé que hay que crecer desde atrás y ser consistentes y tal…pero creo que, si nuestro potencial parece estar entre la posición octava a décima, merece la pena arriesgar algo con peligro de quedar alguna posición más atrasada.
No sé, a veces son esas sensaciones que quedan de estar siempre esperando al fallo rival y que, al final, ganas porque los rivales se suelen equivocar más, ya que nuestra apuesta es poco arriesgada. No es una crítica ni nada parecido, quizás es las ganas de un día ver a un equipo que sea protagonista de los partidos, aun sabiendo que podemos fallar. Sé que esto va de quien menos se equivoca, pero debe ser que cada vez tengo más mentalidad de aficionado y ganas de ver que el equipo, de vez en cuando, abandone el guión.