Sí, señores, sí. En una competición en la que han participado más de un centenar de equipos, hemos quedado entre los cuatro primeros. Hemos superado a presupuestos tan ingentes como el de Zape, el del Vampiro ché, el del Atlético Carpanta, incluso el del Palangana. Y tuvo que eliminarnos en un día desgraciado uno de los clásicos de la competición, el León de San Mamés. Hemos quedado a la misma altura que el equipo revelación de la Liga, los Porcelanosos… O sea que nuestra participación ha sido un éxito sonado. Cierto que hemos estado a punto de tocar la gloria con la mano, pero cuando comienza un torneo ya sabemos que sólo uno puede ganarlo. Esperemos que los leones le den una buena lecció de “modos” a las huestes de Zipi. Debemos, por tanto, estar muy contentos con nosotros mismos y orgullosos del entrenador y de los jugadores que nos han representado. Y de nuestra afición. Ahora sólo falta que la alegría, el entusiasmo, la felicidad que se respiraba antes del match tenga continuidad en los próximos partidos. Se ha de llenar el campo con 30.000 pericos en cada partido. Hemos de seguir apoyando a nuestros jugadores y a nuestro técnico. Se lo merecen. Han hecho todo lo que han podido y más. Todos los pericos del mundo hubieran firmado llegar a semifinales antes de que comenzara la competición. Por tanto, no es momento de estar tristes ni cabizbajos. Hemos competido por encima de nuestras posibilidades y habíamos creado unas expectativas tan grandes que este pequeño tropiezo a algunos les parece un fracaso en toda regla. No es mi caso. Me siento orgulloso de todos los que me han representado. Siguen siendo mis héroes.
Otra cosa es que no sepamos reconocer nuestros errores, que los ha habido. Al Espanyol le falta una cosa importantísima para conseguir el equilibrio deportivo y emocional. Y no es otra que atinar con el término medio. Cuántas veces hemos hablado del Dr. Jeckill y de Mr. Hyde… Somos capaces de proezas inigualables y de las chapuzas más inconsistentes. Tenemos una moral, una actitud unos valores absolutamente antitéticos para afrontar según qué partidos. Frente a equipos más poderosos –en el papel- que nosotros nos imbuímos de épica, de heroicidad y somos capaces de las más grandes gestas. Y después llega otro equipo aparentemente derrotable, inferior –siempre en el papel- y nos convertimos en juguetes rortos y somos víctimas de las más grandes derrotas. Quizá la grandeza de nuestro club radique en eso. En que somos una auténtica montañá rusa que sube y baja sin solución de continuidad. O sea que: “A mí que me quiten lo “bailao”.
No puedo dejar de tener un recuerdo al gran escritor, buen amigo y periquito insigne González Ledesma. Cuando le conocí, hace ya muchísimos años, me llevé la sorpresa padre cuando me dijo que él, y sólo él, era Silver Kane, cuyas novelas del oeste había leído prácticamente todas con auténtica fruición. El y Julio Verne fueron mis lecturas de referencia entre los 10 y los 15 años. También Marcial Lafuente Estefanía. Seguro que está en el cielo organizando partidos de veteranos con San Pedro (¡Ojo! No confundir con Sampedro, el zipito que nos fastidió en Montjüic)
En resumen; hay que volver a armarse desde la consideración que el haber llegado a semifinales en la copa del Rey ha sido un éxito total y grandioso, al que sólo han podido acceder cuatro grandes equipos de la Liga Española, la que dicen es la mejor del mundo. ¡Fachendas!
Endavant les atxes, Espanyol!