“Estoy dudando en ver el partido porque estos nos meten cinco y me darán la noche”, me suelta ante mi sorpresa un amigo tomando un café en el bar. No es el único perico que estos días va paseando su pesimismo cuando se habla del derbi de esta noche en el Camp Nou. “Nos van a machacar”, comenta otro que está en la mesa de al lado y, ¡casualidad!, también es espanyolista. La balanza la nivela un poco un vecino madridista, más blanco que la bandera que luce el Bernabéu (tendrán bandera, imagino yo), que me está ‘comiendo el coco’ desde el 1-0 de que el Espanyol elimina al Barça de la Copa. Y tiene sus argumentos. Futbolísticos, sí; pero especialmente anímicos. Él sí cree; mientras la mayoría de la afición del Espanyol le tiene pánico al choque.
El equipo de Valverde, que respetuoso y coherente es hablando el exentrenador del Espanyol , es el favorito –claro favorito– en la eliminatoria pese al gol de Óscar Melendo en Cornellà. No vamos a negar la evidencia, pero tampoco vamos, de entrada, a dejar sin opciones al equipo. Hacerlo sería una falta de respeto a los jugadores que, como mínimo, se han ganado el beneficio de la duda por lo menos hasta que empiece a rodar el balón. Es una cuestión de sensaciones y en el entorno social actualmente pesan más los cincos goles que los azulgranas le endosaron al Betis que la ventaja, mínima, que se logró en el primer choque. Afortunadamente en el vestuario parece que las sensaciones son muy diferentes o, por lo menos, ese es el mensaje que han transmitido.
Sí, el Barça es el favorito. No lo discuto, lo afirmo ¿Y qué? Vean el partido, no bajen los brazos antes de tiempo. Ni el equipo… ni la afición.