Ser del Espanyol es saber que la libertad no se suplica, se ejerce. Y que escoger tiene un precio: sangre, sudor y lágrimas. Ser del Espanyol es sentirte parte de una maravillosa minoría, la familia que elegimos y para la que no todo el mundo vale. Ser del Espanyol es protagonizar a menudo la parábola de Lázaro. Rendirse no es una opción para el desdichado, así que solo queda levantarse y volver a andar. Y lo hemos vuelto a hacer, como cada vez que hemos bajado a Segunda, como cuando tuvimos que demoler Sarrià, como siempre que el destino nos la ha jugado. Ser del Espanyol es pelearnos a diario entre nosotros hasta que a uno de los otros se le ocurre increparnos; cuando sucede, no hay ejército más implacable. Ser del Espanyol es un sentir íntimo que todo condiciona, en palabras del poeta Oriol Vidal, experto mundial en condicionantes como puntal perico en TV3.
Ser del Espanyol es ver a tu club enterrar a todos sus enterradores. Y celebrar igual un ascenso que una clasificación europea. A falta de pan buenas son tortas para el que sabe qué es pasar hambre. Ser del Espanyol es sonreír en un semáforo cuando ves el adhesivo del perico en el coche de delante, en el casco de ese motorista. Una alegría cómica que se torna en abrazo a un consocio al que acabas de conocer en el lugar más recóndito del planeta. Ser del Espanyol es mirar a menudo al firmamento blanquiazul para guiñarle el ojo al inolvidable Dani Jarque, que desde ahí sigue comandando nuestra defensa.
Ser del Espanyol es la intranquilidad eterna, la emoción definitiva, sufrir una resaca permanente. Ser del Espanyol es vencer a tu mente; recién lo ha explicado Darder de manera tan auténtica como juega al fútbol. Ser del Espanyol es subirse a un Dragon Khan que nunca se detiene, vivir en el alambre, acostumbrarse a transitar siempre por la cornisa, como ejemplificó Keidi Bare en la feliz celebración del ascenso. Ser del Espanyol es ser de Samoa aquí y, allá, miembro de una resistencia que les confunde. Ser del Espanyol es un milagro representado en cada niño que li fot botifarra al pensamiento único. Ser del Espanyol es contradicción pura: nuestra SAD pertenece a un grupo chino, pero, al mismo tiempo, es muy evidente que no hay nada más catalán que el equipo de Ángel Rodríguez, Lluís Roca y Octavi Aballí.
Ser del Espanyol es algo que ellos nunca entenderán, a Dios gracias. Lo mejor que nos pasará en la vida; en esta y en la otra. Felicidades por la vuelta a Primera, pericos. Esta bendita locura que es ser del Espanyol solo se explica por cada uno de vosotros. De Cornellà-El Prat a Sídney. De Barcelona al cielo.