Vamos a toda máquina. No hay quien nos pare. La superioridad es tan clamorosa que no solo es evidente, si no que el equipo se gusta y lo disfruta. RDT sigue con su marcha imparable de aciertos cara el gol con un doblete más. Veinte goles del goleador blanquiazul, convirtiéndose en una pesadilla para cualquier defensa. El delantero va camino de romper todos los récords existentes en nuestra historia a nueve jornadas para acabar la liga. Siete puntos de distancia con el tercero.
Diez jornadas sin perder y con dos próximos partidos que pueden certificar al equipo en Primera división. No a nivel matemático, pero sí para alejar a los perseguidores y afianzarse en la primera posición.
El equipo no empezó muy entonado en la primera parte. Cierto es que el Albacete debía ganar sí o sí jugándose su propia final. Lo peor para los locales fue recibir el gol de RDT en el rebote después de fallar su propio penalti. Ahí los locales se abrieron y arriesgaron más de la cuenta y la segunda parte fue coser y cantar.
Lo peor fue la lesión de Óscar Gil. Parece una luxación de hombro derecho, pero el debut de Omar con tan solo diecisiete años fue una alegría. Ver cómo los jóvenes se unen al equipo con ese espíritu e inteligencia táctica hace que el aficionado esté tranquilo y esperanzado con el futuro.
Son momentos de felicidad. Parece increíble vivir un momento como este si miramos hacía atrás un mes y medio. Llegamos a los nueve últimos partidos de liga jugando el mejor fútbol y con el mejor tono físico de la temporada. Si le unimos el estado anímico de los jugadores, solamente una catástrofe nos alejaría de jugar en la máxima competición la próxima temporada.
Esto está casi hecho, o eso parece…