Es complicado atacar bien y de forma constante cuando el Espanyol tiene tantas dificultades para iniciar combinando desde su portería. El Rayo Vallecano presionó alto y bien al cuadro perico y al Espanyol cualquier presión bien organizada le genera demasiados problemas a la hora de progresar jugando en corto en el inicio de jugada. El equipo blanquiazul no consiguió conectar por dentro y superar líneas y los laterales, poco profundos, tampoco ofrecieron buenas alternativas por fuera. Tampoco una vez que se conseguía ultrapasar ese obstáculo el Espanyol generó demasiado peligro atacando en campo contrario, los jugadores de banda fueron poco profundos y ni Vilhena ni Puado en la primera parte ni Melamed ni Embarba en la segunda consiguieron aportar gran cosa al juego ofensivo del Espanyol. Es difícil sorprender a cualquier estructura defensiva sin jugadores de banda que generen peligro, ensanchen el campo o ganen duelos en el uno contra uno, algo esto último que no sucedió en ninguna ocasión ante el Rayo Vallecano. Los jugadores de banda se mostraron planos y sin ningún recurso ofensivo que ofrecer a su equipo. El Espanyol no consiguió inquietar prácticamente a un Rayo Vallecano que se mostró concentrado, competitivo y con las ideas claras. Ni con el cambio de sistema en la segunda parte, donde el Espanyol pasó a jugar un 1-4-4-2 con la sustitución de Keidi Bare por Embarba y el consiguiente cambio de posición de Puado que pasó a jugar de segundo punta, logró fisurar mínimamente al equipo madrileño.
Aunque lo más preocupante de todo es la actitud que mostró el Espanyol a lo largo del encuentro y esa imagen de equipo conformista por creer tener los deberes hechos. Los números hasta ahora en el RCDE Stadium habían sido muy buenos, tanto que el Espanyol, como se comenta desde hace unos días, tiene certificada virtualmente la permanencia gracias en gran parte a los partidos como local. Pero es ahí donde posiblemente radica el principal problema que explica el comportamiento del equipo perico ante el Rayo, el equipo se ha quedado sin objetivo y el competir en tierra de nadie no ha sentado nada bien. Ni RDT, el jugador del Espanyol que más posibilidades tiene de disputar un Mundial en los próximos meses, pareció tener un objetivo en el encuentro. Nadie discute su gran faceta goleadora pero esas desconexiones que tiene en algunos partidos no sólo no ayudan al equipo sino que muestran una imagen de él que dista mucho de ese líder que debería ser echándose el equipo a sus espaldas y tirando del carro en los momentos difíciles.
El mejor antídoto para combatir lo que uno puede intuir que se avecina hasta final de temporada sería recurrir al banquillo y rotar algunas piezas, pero se ha demostrado durante la temporada que en la plantilla del Espanyol existe poca competencia y que el fondo de armario es escaso. El cuerpo técnico deberá encontrar otra solución u otro estímulo que active al equipo para competir con dignidad las últimas cinco jornadas del campeonato.