Tras la derrota en el Calderón el equipo quería quitarse la espinita venciendo al Deportivo para recobrar la buena racha que cortaron los de Simeone. Y pareció copiar a los del ‘Cholo’ en intensidad y, sobre todo, en presión sobre la portería de Fabricio, el mejor sin duda de los gallegos. Los de Sergio sometieron al Depor a un auténtico bombardeo. Y si cayeron ‘corneados’ por los colchoneros, quisieron vengarse con las mismas armas a costa de los deportivistas: hasta 11 córners botaron los pericos por ninguno los gallegos. Pero no hubo manera. Ni por cielo ni por tierra pudieron marcar. No se le puede recriminar nada, o casi nada, a los locales porque se vaciaron sobre el césped, solo una desquiciante falta de puntería y algo de individualismo en algún lance a un Lucas Vázquez que ejerció de Sergio García sobre el terreno de juego por la ausencia del capitán. Casi todo el peligro llegó por la banda del gallego del equipo perico que tuvo varias claras ocasiones de perforar la barraca del Depor. Hasta la tiró al larguero en una falta botada de forma magistral.
Lo más preocupante es que el Depor tampoco es que demostrara una gran fortaleza atrás, más bien al contrario. Despejaban mal, se embarullaban en defensa y facilitaban segundas jugadas a los pericos continuamente. Pero ni así consiguieron marcar.
Entonces ¿dónde fallaron los de Sergio González para no vencer un partido que se les puso de dulce? Son los misterios del fútbol, esos que hacen que no siempre gane el mejor o que, peor aún y de eso hemos tenido constancia más de una vez, que un equipo someta a otro a un acoso constante y el ‘débil’ se lleve la victoria en una jugada aislada en el minuto 90… afortunadamente eso no ocurrió ayer.
Y si los que están hacen todo lo que saben y no consiguen ganar entonces no cabe otra que mirar hacia los que no están y, como siempre, nos encontramos con Sergio García. Sin el ‘capi’ no hay paraíso, que rezaba aquel culebrón. Y sin recambios tampoco, porque el mister perico parece no contar más que con doce o trece jugadores, el resto ni está ni se le espera. Ayer solo hizo un cambio y, probablemente se lo podría haber ahorrado si hubiera salido de inicio como pensábamos con Caicedo y Stuani arriba. Con los dos ‘9’ en el campo fue cuando más arreció el ‘Uy’ entre la parroquia perica.
La lectura positiva es que las armas pericas están bien engrasadas. Las bandas son rápidas y peligrosas, el centro del campo brutal, la defensa no comete errores y la presión sobre el rival es tan asfixiante que, por lo menos ayer, la posesión del balón fue totalmente perica, y además, donde más ‘duele’: en terreno gallego. Solo cabe pensar que la pólvora estaba mojada y no queda otra que seguir intentándolo. Y como viene siendo habitual, por lo menos así me lo parece, a una contundente derrota culé no suele acompañarle una victoria perica. Como dice el dicho: poco dura la alegría en la casa del pobre.