No era un partido fácil. La situación por posible positivo de COVID-19 en algunos integrantes de la plantilla hizo retrasar el viaje a las islas hasta el mismo día de partido. Un viaje largo, de tres horas y media de avión que te deja K.O. Con esa premisa y con un Tenerife cuyos resultados no reflejan su estado de forma y juego, hacían presagiar un partido complicado.
No lo fue en la primera parte donde el Espanyol mandó y remató varias veces sin la fortuna del gol. Cierto es que Diego López nos salvó del tanto tinerfeño y Lluís casi regaló uno. Pero el Espanyol pareció convencido de intentar cerrar el partido desde el inicio sabiendo que, junto al viaje, las piernas no iban a dar para noventa minutos. La segunda parte nos quedamos sin ideas ni pólvora y aunque no sufrimos nada, no pudimos llevarnos los tres puntos. Segundo partido consecutivo con la portería a cero y lo que está claro es que si recibimos un gol cada ocho partidos, el Espanyol será de Primera. En eso se basa el míster, en no recibir y no correr riesgos en ataque para que el rival no nos pueda coger a la contra. El cerrojo está echado y por si las moscas, tenemos a San Diego López bajo palos.
No me gusta que solo se tenga la idea de subir a Primera obviando el cómo, pero deberé acostumbrarme y rendirme a los resultados. Tal como están las cosas, mejor es no hacerse mala sangre, que suficiente tenemos con nuestras vidas personales y familiares con la que está cayendo.
Al menos, nuestro equipo nos da la alegría de ser líder de Segunda y no dar sensación de flaqueza delante de los rivales. Virgencita, virgencita… que nos quedemos como estamos. Salud para todos y ánimo ante la nueva situación de país.